El unicornio del que habla la Biblia

La Biblia describe al unicornio como un animal impresionante por su gran fuerza y naturaleza indómita. Pero no se refiere al mítico caballo blanco medieval.

Protestante Digital · 30 DE ABRIL DE 2022 · 08:00

Reconstrucción del Elasmotherium sibiricum a tamaño natural según numerosos fósiles prehistóricos / Reddit.,Elasmotherium sibiricum, unicornio
Reconstrucción del Elasmotherium sibiricum a tamaño natural según numerosos fósiles prehistóricos / Reddit.

¿Atarás tú al unicornio con su coyunda para el surco? ¿Labrará los valles en pos de ti? (Job 39:19, RVA)

Las palabras hebreas reem, רְאֵם o su plural reemim, רְאֵמִים, que aparecen en numerosos lugares del Antiguo Testamento y que originalmente fueron entendidas como “unicornio” (Nm. 23:22; 24:8; Job 39:9-10; Sal. 22:21; 29:6; Is. 34:7) en versiones como la Reina-Valera Antigua (RVA), posteriormente empezaron a traducirse en las versiones modernas por “búfalos”, “toros”, “toros salvajes”, “bueyes salvajes”, “rinocerontes” (DRB) o incluso “dentelladas del perro” (Sal. 22:21, BLP), que parecían más acordes con los animales actuales.

Hasta entonces se pensaba que los unicornios eran seres míticos que no merecían estar en la Biblia y que, en cualquier caso, debía tratarse de un error de traducción.

La Septuaginta tradujo dicha palabra al griego hadrós, ἁδρός, y también monokeros, μονοκέρως, mientras que la Vulgata lo vertió al latín como unicornis rhinoceros, en clara referencia a la presencia de un cuerno en la nariz.

Muchos autores creen que el unicornio era el extinto uro euroasiático o toro salvaje primitivo (Bos primigenius primigenius) que podía alcanzar una altura hasta la cruz de dos metros y era un animal muy agresivo que convivió con el hombre.

En el Comentario a la guerra de las Galias, de Julio César, se le describe como fuerte, violento y capaz de atacar a cualquier animal o ser humano. [1]

El hecho de que el reem hebreo tuviera dos cuernos se argumenta en base al uso del plural en el salmo 22:21 y se cambia así la antigua frase: “y óyeme librándome de los cuernos de los unicornios” (RVA) por “y líbrame de los cuernos de los búfalos” (RVR1960).

Así como también de Deuteronomio 33:17, donde los cuernos representan a las dos tribus de Efraín y Manasés; o los paralelismos de Sal. 29:6 y Job 39:9-10. Sin embargo, tales argumentos no parecen muy convincentes.

No obstante, la Biblia describe al unicornio como un animal impresionante por su gran fuerza y naturaleza indómita, ya que no se podía emplear como los bueyes para la agricultura.

David se refiere a él como si le conociera y le pide a Dios que le salve de sus enemigos que son peligrosos como “los cuernos de los unicornios” (Sal. 22:21).

En el libro de Job, se habla de esta singular criatura como si fuera una animal real y en el contexto de otros animales familiares, tales como las cabras monteses, las ciervas, los asnos monteses, los pavos reales, el avestruz, el caballo, la langosta, el gavilán y el águila (Job 39).

También se habla del unicornio en la epopeya de Gilgamesh (2500-2000 a.C.) y asimismo ha sido mencionado como animal de un solo cuerno por varios autores griegos y romanos de la antigüedad.

Plinio lo describe como una fiera con cuerpo de caballo, cabeza de ciervo, patas de elefante, cola de jabalí y un cuerno de dos codos de longitud.

Por último, se ha sugerido también que el unicornio podría haber sido una especie de rinoceronte gigante de Asia Central, extinto en época prehistórica (Pleistoceno medio y superior), y conocido científicamente como Elasmotherium sibiricum. [2]

El unicornio del que habla la Biblia

El rinoceronte blanco ha sido también señalado por algunos autores como el animal que pudo dar lugar a la idea del unicornio bíblico ya que es el más grande de los mamíferos terrestres actuales después del elefante.
 

El área de distribución de este gran mamífero del tamaño de un mamut, que poseía un enorme cuerno puntiagudo de dos metros de largo y excepcionalmente grueso ya que era el producto de la fusión de los dos cuernos habituales de los rinocerontes, ocupaba parte de Siberia, el sur de Rusia, así como las costas del mar Negro y mar Caspio, por lo que pudo ser conocido por los humanos que habitaban más al sur.

Sus dientes eran similares a los del caballo, por lo que se trataba de un mamífero herbívoro que pastaba en las estepas. Se cree que se extinguió hace unos 10.000 años, junto con parte de los grandes mamíferos del hemisferio norte como los mamuts, por lo que fue contemporáneo del ser humano.

Sin embargo, hay quienes afirman que algunas poblaciones de estos animales pudieron sobrevivir algunos milenios más, dando lugar a las historias de unicornios existentes en el folklore de las estepas de Rusia, Persia, China, Irán, etc.

El equipo de investigadores de diversos países, que analizaron el ADN de 23 ejemplares fósiles de Elasmotherium sibiricum, concluyeron que estos enormes mamíferos peludos habían sido contemporáneos del hombre de Neanderthal y de los humanos modernos, ya que aún vivían cuando éstos empezaron a poblar las estepas de Rusia, Kazajistán, Mongolia y el norte de China.

El unicornio bíblico pudo haber sido este enorme mamífero lanudo (Elasmotherium sibiricum) que debía pesar entre 3.5 y 4 toneladas, con un inusual cuerno grande en la cabeza, y capaz de impresionar a cualquier ser humano que lo viera.

Hoy sólo quedan en el mundo cinco especies de rinocerontes, mucho más pequeños que el Elasmotherium, pero en el pasado existieron alrededor de 250 especies diferentes de estos mamíferos herbívoros.

El unicornio del que habla la Biblia

Los enormes cuernos de la actual raza africana de toro watussi son un buen ejemplo del considerable tamaño que debió tener el extinto uro euroasiático o toro salvaje primitivo, que algunos autores consideran el unicornio bíblico.
 

Cualquiera de ellos, si es que no fue este de Siberia, pudo ser el unicornio que conocieron Job, el rey David y los demás seres humanos de los primeros tiempos bíblicos.

La Biblia describe a los hijos de los unicornios saltando como corderos (Sal. 29:6), emigrando como los toros con sus becerros y desangrándose cuando mueren (Is. 34:7), exactamente igual que si fueran animales reales.

No se refiere para nada al mítico caballo blanco medieval, con patas de antílope, barba de chivo, y afilado cuerno frontal similar al del narval.

El unicornio bíblico debió ser muy diferente de los caballos, que eran bien conocidos por el hombre, y el hecho de que hoy no vivan tales animales no significa que fueran seres míticos, que nunca existieran o que se los inventara la fecunda imaginación humana.

Lo que desea mostrar la Palabra de Dios, es a un animal real, poderoso, conocido e indomable por el hombre para enseñarnos que por muy sabios o importantes que nos creamos, somos en realidad como hormigas insignificantes delante del Creador.

Y esto debe hacer brotar en cada uno de nosotros la virtud de la humildad.

 

1.  César, Cayo Julio,  Guerra de las Galias, Obra completa, Traducción a cargo de Valentín García Yebra, 3 volúmenes bilingüe Latín, Madrid, Editorial Gredos.

2.  Kosintsev, P. et al., 2019, “Evolution and extinction of the giant rhinoceros Elasmotherium sibiricum sheds light on late Quaternary megafaunal extinctions”, Nature Ecology & Evolution, V. 3, pp. 31-38

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