Donde me siento

Las mejores bancas no son las de enfrente, ni las peores las de atrás, los que se sientan en ellas hacen la diferencia.

    05 DE OCTUBRE DE 2018 · 10:00

    Karl Fredrickson / Unsplash,iglesia, bancos
    Karl Fredrickson / Unsplash

    Mientras trabajaba limpiando el templo (hace cerca de 30 años), descubrí algo que me hizo pensar en la relación que existe entre una persona que se sienta en las bancas de atrás y su vida espiritual.

    Si bien es cierto que no es posible juzgar a alguien por el lugar que ocupa, también es verdad que algunas de nuestras acciones se pueden considerar como lenguaje corporal.

    Sentarse lo más alejado posible en un lugar público puede significar simplemente falta de interés o temor a ser involucrado en el grupo. Ya en el texto bíblico se relaciona sentarse con la condición emocional, Job sentado en ceniza se rascaba la cabeza, los leprosos, los ciegos, los que sufrían por la muerte de los suyos o alguna enfermedad, se sentaban. Hagar, se sentó para evitar ver morir a su hijo Ismael.

    En los templos construidos hace un milenio en Europa, ya se tenía una idea de la importancia de los lugares que se deberían ocupar en el templo. A los lados del altar principal generalmente están las bancas que eran ocupadas solo por los nobles y los clérigos, en las bancas "comunes" centradas en el edificio se sentaba el resto de los asistentes.

    Puedo imaginar la ilusión de algunos por ocupar los asientos de los lados, adornados con respaldos muy altos en maderas finas con relieves terminados en oro como evidencia de poder.

    Regresando a mi recuerdo, el lunes que llegaba a limpiar el templo en el área de los que se sentaban atrás, había un poco de basura que iba desde el papel empapado por lágrimas y todavía húmedo, hasta pañales desechables de bebé.

    Evidentemente las personas sentadas en esa área no tenían mucha conciencia de algunos factores. Eran los que comúnmente llegaban tarde, tenían problemas de conducta y en algunos casos estaban desanimados.

    Pero también recuerdo algunos de los que se sentaban en la primera banca, nunca llegaban tarde, jamás dejaron basura, su educación no se lo permitía, sin embargo, su actitud de rebeldía y desacuerdo también dejaba huella al término del servicio.

    La basura simplemente era recogida y el lugar quedaba una vez más listo. Lo otro, su actitud rebelde, no se podía recoger y desechar, en algunos casos aún sigue afectando la vida de muchos.

    Donde se sienta usted es el mismo lugar donde se sentaría un príncipe o un pordiosero, no tenemos sillas privilegiadas, el privilegio es adorar juntos a nuestro Dios.

    Si acostumbra sentarse en algún lugar específico durante el servicio, asegúrese de que su elección no sea producto de su condición emocional o espiritual. Las mejores bancas no son las de enfrente, ni las peores las de atrás, pero los que se sientan en ellas probablemente si hacen la diferencia.

    Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Vida práctica - Donde me siento

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