Ataque demoledor al Estado laico en México

En el arranque del período de sesiones de la Cámara de Diputados en México, el diputado transexual Salma Luévano, que ya ganó dos juicios para que se le dé trato de mujer, ha propuesto una iniciativa para reformar la ley de Asociaciones Religiosas y penalizar a ministros de culto o iglesias por “ejercer actos de discriminación con motivos de la identidad sexual o expresión de género de las personas”.

Con este dictamen lo que buscan es acallar a la iglesia a pesar de que para constituirse como Asociación Religiosa se entrega el cuerpo de doctrina; es decir, ya el Estado tiene conocimiento previo de que la base de la doctrina de las iglesias es la Biblia.

Lo que propone Luévano modificaría la Ley de asociaciones religiosas y culto público, obligando a los cristianos e iglesias a reinterpretar la Biblia y las doctrinas que de ella emanan, en un franco atentado a la libertad religiosa y el Estado laico.

¿Cómo ahora pretende el Estado quitar de las páginas de la Biblia lo que dice acerca de la sexualidad?

Por otra parte, no hay que perder de vista que Salma Luévano ya ganó dos juicios contra Gabriel Quadri, también diputado federal.

Quadri fue condenado a publicar la sentencia en sus redes sociales, a pedir una disculpa pública, a tomar clases de sensibilización de nuevas masculinidades y a quedar inscrito en una lista de transgresores por dos años de manera que si reincide en actitudes “homofóbicas, lesfóbicas o transfóbicas”, además de perder sus derechos políticos; y podría incluso recibir sanciones hasta de cárcel ¡Todo esto a pesar de estar protegido por su fuero constitucional!

También hay que considerar -como hemos dicho- que estamos viendo un ataque directo al Estado Laico. Es decir, el Estado está dejando de ser neutral para pretender dictaminar sobre un pensamiento único negando la libertad de conciencia o condicionándola.

Vienen momentos de gran oscuridad, los diputados aliados con los valores cristianos están preocupados de cómo poder hacer frente a estas iniciativas sin que sean objeto de demandas que les impidan expresarse; así es que -nuevamente- quien debe levantarse es la Iglesia.

Con oración y ayuno, pero también en la acción, levantando la voz y haciéndose presente en las discusiones. Este es el tiempo de la batalla y esta batalla es por el alma de México.