Jesús llora con María ante la muerte

Si Jesús sabía que Lázaro iba a resucitar ¿por qué lloró? (Jn 11.28-38)

05 DE MAYO DE 2024 · 08:00

,Jesús María

Tarde o temprano, cuando es alguien cercano a nuestros afectos quien fallece, lloramos. A veces lloramos con lágrimas en los ojos o tal vez nuestro corazón llora internamente.

Al preguntarle al respecto, la inteligencia artificial me dijo esto:

  • Llorar es saludable y tiene muchos beneficios para la salud mental y emocional:
  • Libera el exceso de tensión y reduce la presión sanguínea
  • Favorece la relajación muscular y tiene un efecto sedante y antidepresivo
  • Genera un efecto calmante
  • Ayuda a comunicar nuestros sentimientos
  • Reduce los niveles de estrés
  • Alivia el dolor
  • Ayuda a dormir
  • Favorece el apoyo emocional
  • Ayuda a atravesar el duelo
  • Proporciona una catarsis y una apertura para sanar y superar traumas
  • Puede ser una manera importante de comunicarse y conectar con los demás
  • Es una parte fundamental del autocuidado y de amarse a sí mismo

En Betania había muerto el amigo de Jesús. Al ver llorar a María y a quienes las acompañaban, Jesús conmovido (se turbó y se conmovió profundamente), se hecha a llorar. La gente comentó: Miren ¡Cuánto lo quería! (ver 11. 33-38).

Antes de esto, Jesús mandó llamar a María, que estaba en la casa con un grupo de judíos que habían venido a darle los pésames. Vemos a María correr y tirarse a los pies de Jesús, y le dijo: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. (ver 11. 28-32)

 

Algunas cuestiones interesantes

Slade nos dice en el comentario Bíblico Iberoamericano, del evangelio de Juan, pág. 234, refiriéndose al encuentro con Jesús, afuera del pueblo de Betania de las dos hermanas:

Allí aparece lo nuevo de esta pequeña sección. En este momento del relato aprendemos que la comunicación entre Jesús y las hermanas se llevó a cabo un poco en la clandestinidad (v. 28), todavía fuera de la aldea (v. 30). No es que Jesús no quería darse a conocer. Todo lo contrario: ya había dicho a los discípulos que el propósito del viaje tenía que ver con manifestarse. Sin embargo, cada cosa tenía su momento. Como Juan nos ha enseñado en varias maneras las señales de Jesús no se realizaron para dejar boquiabiertas a las multitudes sino para fortalecer a los creyentes. Es decir, para funcionar precisamente como señales, los actos poderosos de Jesús tenían que entenderse desde la fe. Entonces, si las amadas hermanas iban a sacar provecho teológico de los eventos, así como Jesús había preparado a los discípulos también tendría que prepararlas a ellas. Tal intención de Jesús se logró sólo en parte, porque la gente acompañó a María cuando salió al encuentro de Jesús.

En el texto que estamos analizamos encontramos que Jesús tenía emociones como cualquier ser humano de su época, o también de la actualidad. De Jesús se señala en muchos textos bíblicos, que no tenía tendencia al pecado, ni el mal pudo vencerlo, su tristeza y llanto no tenían que ver con cuestiones negativas que experimentamos, como la rabia, la indignación, el enojo desquiciado.

Al ver llorar a María y a los judíos que la habían acompañado, Jesús se turbó y se conmovió profundamente. —¿Dónde lo han puesto? —preguntó. —Ven a verlo, Señor —le respondieron. Jesús lloró. —¡Miren cuánto lo quería! —dijeron los judíos. (11. 33-36)

Una cuestión interesante al analizar estos textos tiene que ver con un interrogante. Si Jesús sabía que Lázaro iba a resucitar ¿por qué lloró?

Fuera de este texto, encontramos a Jesús angustiado y llorando, en Getsemaní antes de su propia muerte. Sí, Jesús lloró identificándose con el dolor de Marta y María, pero también le causaba dolor la muerte en este mundo, de Lázaro, la de todos los seres humanos que mueren, y también vislumbraba su propia muerte, que ocurriría un poco más adelante. Recordemos que Jesús es el autor de la vida, el Creador de todas las cosas. (Jn. 1.3). Incluso a Dios le resulta sumamente doloroso la muerte de alguna ave, cuánto más, la de uno de sus amigos.

En la tumba de Lázaro, Jesús le hizo frente a la muerte en sí y también a su propia muerte. El costo de resucitar a su amigo muerto sería la crucifixión (11.53) Sólo en este sentido puede decirse que Jesús lloró por Lázaro: lloró y fue sacudido por la presencia y las consecuencias de la muerte en la humanidad. Rescatar a la humanidad de tal condición sería posible sólo al hacerle frente al reto máximo de la vida de Jesús: “Precisamente para este trance he venido (12.27) (Slade, 237)

Muchas veces solemos predicar sobre el versículo más corto del evangelio, “Jesús lloró”, indicando su identificación y sentimientos con las personas que están de duelo. Pero el lloro de Jesús iba más allá que por la muerte de su amigo y por el dolor de las hermanas.

Aunque el texto no lo dice, posiblemente Dios mismo (Jesús) lloró al ver cuando Eva y Adán tomaron la fruta del árbol prohibido. Incluso pienso que lloró cuando tuvo que matar un cordero para hacer unas túnicas de pieles para los patriarcas de la humanidad. Y así, seguramente lloró al tener que producir el diluvio a causa de la gran maldad; como también cuando tuvo que destruir a Sodoma y Gomorra.

No nos imaginemos a Dios con una sonrisa de oreja a oreja cuando alguien “malo” muere…  porque él no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan (2 P. 3.9).

Y recordemos, el Señor se duele con la muerte de cada cosa que él creó.

En estos tiempos de tantas catástrofes, de inundaciones nunca antes vistas, de huracanes gigantescos, de terremotos, de pestes, guerras y hambre, Dios se conmueve, se turba y llora. Incluso creo que el Señor está tremendamente entristecido con la destrucción de los bosques, la extinción de muchos animales y vegetales. Pienso que el Señor se conmueve profundamente con la muerte de niños inocentes.

Muchas veces cerramos nuestra mente a la realidad de la muerte, que está en todas partes. A veces, cuando no nos toca a nosotros, solemos ponernos felices y hasta eufóricos con alguna catástrofe, pensando, ¡ya el Señor viene!, alegrémonos…

Tampoco digo que nos pasemos llorando todo el tiempo, pero teológicamente hablando, cada muerte nos debiera hacer reflexionar sobre la urgencia de predicar el evangelio a las personas, pero no solamente con hacer a la gente levantar las manos y hacer una oración.

Las personas necesitan ser acompañadas como lo hizo Jesús con Marta y María. La teología de la comunicación de Jesús ante la muerte tiene mucho que decirnos. Ojalá pudiéramos encontrar más cosas de este texto para poner en práctica en nuestra comunicación.

Hasta aquí, bendiciones y ¡hasta la próxima!

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Jesús llora con María ante la muerte