No existe la ‘guerra justa’

Ante los 75 años del ataque nuclear a Hiroshima y Nagasaki, y el próximo 75 aniversario del fin de la II Guerra Mundial.

09 DE AGOSTO DE 2020 · 08:00

Neil Thomas, Pixabay,cementerio militar
Neil Thomas, Pixabay

Me tomaré una pausa aquí antes de pasar a los libros de pasar a los libros de Esdras y Nehemías.

Estamos recordando en esta semana los 75 años de los ataques nucleares a Hiroshima y Nagasaki con el resultado de unos 240.000 o tal vez más muertos. El 2 de setiembre será el 75 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Aunque puede variar el conteo de las diferentes fuentes se podría hablar de 70 millones de muertos o más que causó esta guerra (algunos indican que podrían ser 100 millones).

Sea como sea, fue algo horrendo y monstruoso. Se podría hablar mucho del tema pero seguramente se hablará mucho de este tema en los medios.

Muchas veces se ha respaldado el tema de “la guerra justa” desde diferentes enfoques incluyendo sectores teológicos. Tampoco me detendré mucho en ello, aunque al final del artículo daré mi punto de vista como creyente  anabautista pacifista.

Mi historia familiar relacionada a esta guerra: Les relataré algo de mi relación con la segunda guerra mundial.

Mi bisabuela había fallecido muy joven en Alemania, cuando mi bisabuelo y mi abuelo partieron para América del Sur, el año 1923. Grande era la crisis económica y la híperinflación en esa época luego de la Primera Guerra.

Debo confesar que no había conocido esta parte de mi historia hasta que mi padre falleció, y comencé a revisar cajas llenas de fotografías, documentos y otros papeles.

Mi padre nació un 11 de mayo de 1934 ya en Paraguay, cuando Hitler empezaba a acaparar el poder en Alemania. No sé exactamente la fecha, pero mis abuelos alemanes recibieron la propuesta del gobierno Nazi de dirigir la escuela alemana de Nueva Italia, una localidad a unos 50 kilómetros de Asunción, la capital de Paraguay. Nueva Italia había sido fundada el año 1906.

Mi padre nos había hablado alguna vez de esa escuela, de una laguna cercana donde iban a pescar y a nadar (mi padre tenía tal vez 6 o 7 años). No encontré cuántos años estuvieron allí, pero sí encontré en la caja muchas fotos. Él nunca nos contó que era una escuela Nazi, pero en las fotos era evidente, dado las banderas, y todos los maestros y alumnos realizando el saludo característico.

Mi abuelo era director de la escuela y mi abuela era maestra. Desconozco las motivaciones que tuvieron para aceptar este trabajo, pero evidentemente por los datos históricos el gobierno de Hitler estaba realizando una gran campaña ideológica en diversas partes del mundo.

Al finalizar la guerra, Paraguay cerró todas las escuelas que dependían del gobierno alemán, y mis familiares tuvieron que salir de Nueva Italia y fueron por algunos meses a la ciudad de San Lorenzo y luego a San Bernardino (Py).

El año 1947 debido a una gran guerra civil (conocida como Revolución del 47), mis abuelos deciden ir a vivir a Argentina, donde le gobierno de Juan Domingo Perón los recibió con los brazos abiertos. Mi abuelo llegó a ser intendente de una localidad llamada General Urquiza (Provincia de Misiones), aunque luego se mudaron a Jardín América donde mi abuelo y mi padre fueron fundadores del Club Alemán.

Ya de adulto, mi padre volvió al Paraguay y se casó con mi madre (1964), y nacimos yo (1970) y mi hermano (1976).

Pero, ¿qué tiene que ver esto con la guerra? Bueno, diré algunas cuestiones que yo las deduje siendo adulto. Lo que pasó mi padre en su infancia no debe haber sido algo muy fácil. Él jamás nos habló de estas historias, tampoco jamás nos habló en alemán. Yo no tengo cultura alemana, a pesar de mi nombre, dado que no aprendimos el idioma y casi nada de la cultura, a pesar que de mi padre aprendí la importancia de la puntualidad.

Una guerra creo que deja sus secuelas por todas partes. Al descubrir esta parte desconocida para mí de mi historia, me interesó el tema y comencé ya con casi 30 años de edad a leer lo más que pude y a ver un sinfín de documentales sobre esta guerra. Quedé horrorizado, y aunque no tenía quién me respondiera, me pregunté mil veces ¿por qué mis abuelos se metieron en este tema engorroso a pesar de ser creyentes cristianos?

 

Volviendo al presente

No tengo las respuestas a mi última pregunta, pero yo como adulto tuve que ir tomando posturas sobre el tema de la guerra. No existe una “guerra justa”, y no me importa que teólogo la defienda. Ya he tenido algunas pequeñas “guerras” con ciertas personas sobre este tema.

Tal vez no pueda explicar todos los argumentos teológicos sobre las guerras del Antiguo Testamento, pero recomiendo leer algunos libros del Teólogo Menonita Juan  Driver, como “El evangelio: Mensaje de Paz”; “La política de Jesús: Pacificador por Excelencia”; “Una teología bíblica de la paz”; “La paz y la misión de la iglesia”; “La Violencia en el A.T. y el Dios de la Justicia y la Paz”; “Llegando a Ser Iglesia de Paz: Cultivando la Tradición de Jesús”; “Dios y Cesar: Paz y Militarismo”; “Contracorriente”; “Militantes para un nuevo mundo”; “La fe en la periferia de la historia”; y el que más lo he leído y estudiado: “Embajadores de Paz: Hacia una Teología Bíblica de la paz”.

  • Solo para dejar algunos pensamientos de Juan Driver a quién conozco personalmente y sé que lo que escribe es una realidad en su vida: La bendición de Dios descansa sobre su iglesia de paz. Bienaventurados son los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios… Dondequiera que hayan surgido movimientos de reforma radical se ha vuelto a recuperar la visión neotestamentaria del Evangelio de paz…
  • Menno Simons por su parte dijo acerca de los creyentes en Jesucristo: Ellos son los hijos de paz que han vuelto sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces, y no se deleitan en las guerras. Dan a Cesar las cosas que son de él, y a Dios las cosas que son de él. Su espada es la espada del Espíritu; su reino es reino de gracia; su ciudadanía está en el cielo.
  • Finalmente, el apóstol Pablo escribe: “En Cristo Jesús ustedes, que en otro tiempo estaban lejos han sido acercados por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, quien de ambos nos hizo uno. Él derribó en su carne la barrera de división, es decir, la hostilidad…para crear en sí mismo de los dos hombres un solo hombre nuevo, haciendo así la paz. También reconcilió con Dios a ambos en un solo cuerpo por medio de la cruz, dando muerte en ella a la enemistad. Y vino y anunció las buenas nuevas: paz para ustedes que estaban lejos y paz para los que estaban cerca, ya que por medio de él ambos tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu”.

Que en este mundo lleno de conflictos, podamos reflexionar acerca de los males de las guerras, tanto en el mundo, como en los conflictos entre grupos de personas, ya sean de un país, de una familia, o de alguna iglesia.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - No existe la ‘guerra justa’