1º Samuel: los peligros del poder

El Señor nos libre de todo tipo de “reyes” autoritarios y alejados de la voluntad de Dios, tanto políticos como eclesiales.

31 DE MAYO DE 2020 · 08:00

Lians Jadan, Unsplash,corona
Lians Jadan, Unsplash

El primer libro de Samuel es el contexto de la preparación de los reyes en Israel.

En el primer capítulo encontramos la intensa comunicación del corazón de Ana, una mujer que no podía tener hijos. Dios respondió su oración naciendo así quién sería uno de los grandes profetas–sacerdotes de Israel, Samuel, y Ana realizó un poema–oración con contenido de gratitud pero con aspectos proféticos.

En el capítulo dos se presenta la corrupción espiritual del sacerdocio en Israel.

Dios se comunica con el niño Samuel, quién había ido a vivir en el templo junto al sacerdote Elí.

Encontramos en el desarrollo algunas batallas entre Israel y los filisteos, y en el capítulo 8 los israelitas piden un rey. Aquí es un punto crucial en la historia de Israel ya que pasan de un gobierno teocrático con líderes temporales, a una realeza o monarquía. Samuel advirtió al pueblo todo lo que esto involucraría (servicio militar obligatorio, pago de altos impuestos, y otras muchas obligaciones). A pesar de todo esto Israel quiso tener un rey.

En medio de todo esto hay un diálogo muy interesante entre Samuel y los israelitas. En la monarquía la comunicación también sería diferente, ya que cuanto más poder se acumula sobre una persona, esto afecta en todo; tanto en la forma en que se comunica quién tiene el poder supremo, y también en los súbditos que simplemente deben obedecer.

Saúl es ungido y proclamado rey, y gana algunas batallas, aunque paulatinamente va independizándose de Dios, tomando decisiones autoritarias y mayormente equivocadas. Aquí podríamos hablar bastante sobre los peligros del poder.

El resto del libro es una puja entre el rey Saúl y el joven David, quien había matado al gigante Goliat. El libro termina con la trágica muerte de Saúl.

Un problema en el rey Saúl es el tema de los abusos del poder. Me llama la atención en la personalidad del Saúl, algunos fuertes sentimientos de frustración y conflictos emocionales no solucionados, y una espiritualidad decadente. Hay momentos en que se lo ve paranoico y terriblemente cruel, lleno de odio y amargura.

Muchos conflictos no resueltos pueden llevar a cualquier ser humano a una mala utilización del poder, y el poder mal utilizado también produce una mala comunicación.

Finalmente a Saúl se le puede ver solo, muy solo, hasta taciturno, sin amigos y desconfiando de todos.

El mayor peligro de tener todo el poder es uno mismo. El orgullo, la soberbia, el espíritu de autoridad, hacen que cualquier ser humano que se atribuya todo el poder vaya por mal camino. Dejar de lado a los demás, incluso a Dios, lleva a tener una falsa imagen de uno mismo. Siempre debemos recordar que somos seres de carne y hueso, que debemos reconocer nuestros errores y debilidades.

Hay serios peligros hoy por el poder mal utilizado en la iglesia.

Escatológicamente el profeta Daniel predice el final trágico de todo tipo de reinados, tanto en el mundo terrenal como también en el ámbito eclesial. “Tus pensamientos se dirigieron a lo porvenir y lo que habría de suceder. Después de ti surgirá otro reino de menor importancia; Luego vendrá un tercer reino que dominará a mucha gente. Vendrá un cuarto reino, sólido como el hierro. Vendrá un reino dividido que será medianamente fuerte y medianamente débil (una mezcla que no podrá mantenerse unida). En los días de estos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido, ni entregado a otro pueblo, sino que permanecerá para siempre, y hará pedazos a todos estos reinos anteriores”

El Señor nos libre de todo tipo de “reyes” autoritarios y alejados de la voluntad de Dios, tanto en lo político, como en lo eclesial.

Finalmente recordemos que el poder define generalmente la comunicación que tendrán los poderosos y también los súbditos.

¡Bendiciones! Y hasta la semana que viene.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - 1º Samuel: los peligros del poder