Desafíos de un alcalde evangélico en Santo Domingo

La gestión de Dio Astacio pondrá a prueba la calidad ciudadana y social de los mismos evangélicos.

12 DE ABRIL DE 2024 · 08:00

Dio Astacio,Dio Astacio
Dio Astacio

La llegada de Dio Astacio a la alcaldía de Santo Domingo Este pondrá a prueba el que ha sido, sin dudas, el más coherente, bien informado y elaborado discurso político para responder a las necesidades de transformación y avance que requiere este municipio.

Pero también probará la calidad ciudadana y el liderazgo social de dirigentes y miembros de congregaciones cristianas que levantaron banderas a favor de su candidatura, dada la involucración que tuvieron muchos pastores evangélicos en su campaña política.

Astacio demostró de manera convincente a lo largo de su campaña política que conoce bien los problemas básicos y la dimensión y potencialidad urbana Santo Domingo Este, el municipio que cuenta con la población más numerosa de los siete que componen la provincia Santo Domingo.

 

Programa y visión política de Dio Astacio

En sus diversas intervenciones públicas Astacio dio a conocer su interés en cohesionar toda la fuerza que se ha concentrado en Santo Domingo Este, en una masa empresarial, en una masa intelectual y cultural que responda a una identidad capaz de hacer de este conglomerado urbano un marca ciudad que pueda responder a los grandes desafíos urbanos que tienen las metrópolis modernas, los cuales él conoce y que para los cuales ha trabajado por adelantado soluciones estratégicas y técnicas para enfrentarlos exitosamente.

Hablando con mucha propiedad y conocimiento en términos de políticas públicas, el nuevo alcalde dijo que trabajara en el orden de la ciudad en función de su movilidad terrestre, de la seguridad ciudadana, de la educación, de la salud, de la recreación, de la vida cultural, de la oferta turística, del desarrollo económico y social de los ciudadanos, y también, más allá de la recogida de basura, de la clasificación de los desechos sólidos y de la integración de los ciudadanos a todo lo que es el orden cívico y la limpieza de su espacio urbano.

Tan pretensiosos son sus propósitos que ha concebido su gestión en Santo Domingo Este como la fundación de un mini estado. Se ha planteado la construcción social y urbana de una ciudad modelo capaz de multiplicarse y extenderse hacia otras gestiones de gobiernos municipales. Su meta, lo ha dicho con insistencia, es convertir a Santo Domingo Este en una marca ciudad.

Siempre ha sostenido que estas acciones se propone desarrollarlas en consonancia con la ley 176- 07, que le concede la facultad a los alcaldes de asumir toda la coordinación de las políticas públicas de una ciudad. Entiende que relegar las alcaldías a un segundo plano ha sido un gran problema, porque el alcalde tiene derecho a incidir sobre todo lo que pasa en una ciudad. Ha definido al alcalde como el presidente municipal de una ciudad.

En sentido amplio, su plan consiste en el diseño de un modelo de ciudad capaz de asumir este núcleo urbano como un pequeño Estado en el que se pueda integrar una gobernanza municipal competente mediante una coordinación efectiva con las diversas instituciones del gobierno articuladas con el empresariado y la ciudadanía en general. De la misma manera, aseguró en su campaña que cambiará la matriz de la educación de Santo Domingo Este en los próximos cuatro años.

En relación con el concepto y la realidad de esa ciudad modelo que promovió Astacio en su campaña, y que se propone implementar desde su gestión, pude conseguir los resultados de un estudio muy interesante. Se trata de la voluminosa obra “Municipios empoderados: el sueño de Duarte”, de la especialista dominicana en temas municipales y otros, María Elisabeth Rodriguez (2019), quien sostiene la hipótesis de que un gobierno local, con estructura política y administrativa descentralizada, tiene el potencial de fomentar el desarrollo económico local al identificarse e implementar formas creativas e innovadoras que pueden crear más riquezas, mejores empleos y más prosperidad para todos los munícipes y, a la vez, empoderarlos y darles la oportunidad de desarrollar su potencial.

Esta autora enfoca su marco teórico en el desarrollo económico local endógeno, la descentralización del Estado, lo que completa con casos empíricos que ofrecen buenas prácticas tanto locales como extranjeras. Sin embargo, su estudio revela que los gobiernos locales que buscan un papel proactivo y de liderazgo en del desarrollo económico local enfrentan serios obstáculos, entre ellos la falta de instituciones sólidas, el uso y la gestión ineficientes de recursos limitados, la fata del imperio de la ley, la política partidista extrema junto a las demandas abrumadoras de los ciudadanos que, en su mayor parte, viven en la pobreza y se ven afectados por el desempleo y su subempleo.

Como se puede apreciar en este estudio de la doctora María Elisabeth Rodriguez, los planes de Dio Astacio tienen amplias posibilidades de ser exitosamente implementados, y los munícipes de Santo Domingo Este tenemos una gran oportunidad con del desarrollo de su gestión.

 

Los obstáculos que pueden venir

Sin embargo, los principales obstáculos no están en la ciudadanía llana, en la gente común; los principales obstáculos de cualquier gestión municipal están en el mismo partido y en los movimientos que la promovieron, en esos grupos politizados e ideologizados que durante la campaña le dieron impulso. Desde aquí acechan como enemigos a tomar en cuenta el clientelismo, el populismo y, en este caso, el muni-presidencialismo, y de una manera muy especial, que es el tema que más interesa en este análisis, el evangelicalismo.

Estos “ismos” que acabo de citar son capaces de convertirse una retrancada que amenazan el desarrollo de cualquier proyecto de transformación y cambio que esté dirigido a impactar una ciudad o una nación.

De acuerdo al sociólogo Wilfredo Lozano (2002), el clientelismo patrimonial y la masificación del populismo se constituyeron en parte de los principales obstáculos que retrasaron el importante proceso de modernización, institucionalización y transformación del país con las reformas sociales, políticas y económicas que se implementaron a principio de la década de los noventas. Lozano parte de que el populismo es un concepto político que proclama la supremacía de la voluntad popular sobre las instituciones y aboga por una relación directa entre el pueblo y sus líderes.

El populismo es un fenómeno ideológico, cuya presencia puede reconocerse en los más variados movimientos y formas de una gestión política. Una de sus características es que encarnado en el carisma de líder se dedica ofrecer soluciones simples a problemas complejos.

Toda acción política, y más si supone el ejercicio del poder, necesita una justificación ideológica que la sustente. Es en ausencia de un sistema de ideas con valores sólidos y bien articulados cuando surgen con apariencia de derecho propio los populismos y prácticas clientelistas que sustituyen el fin esencial de las instituciones por prácticas no santas que afectan el manejo eficiente del patrimonio del Estado.

El asunto critico está en cómo los evangélicos, que sin dudas tendrán una participación relevante en el gobierno municipal próximo a instalarse en Santo Domingo Este, dentro un esquema y una cultura populista y clientelar, van a hacer un aporte significativo a los logros y metas que para este municipio se ha propuesto el pastor Dio Astacio.

El populismo y el clientelismo se han convertido en una cultura, en fenómenos sociales y políticos que con fuerza de ideología se expanden sobre prácticas aceptadas y hasta celebradas que pretenden legitimarse como estrategia válida para manejar el poder y hacer de las instituciones públicas enclaves para componendas grupales y repartos. Esa es nuestra realidad y nuestra historia. Son estas las prácticas políticas que estamos llamados a superar. Aunque en ningún sentido se trata de una tarea fácil ni simple.

 

Formación y participación política de los evangélicos

El asunto está en cómo darle preeminencia a los valores y principios cristianos encarnados en hombres y mujeres de fe para a través de ellos comenzar a establecer la diferencia en medio una cultura política signada e ideologizada por prácticas que afectan los procesos de fortalecimiento institucional, el avance hacia un Estado de derecho más sólido y estable que asegure un bienestar colectivo mayor y mejor distribuido entre los ciudadanos.

Si los evangélicos, considerando la pluralidad y la diversidad que implica todo sistema de gobierno, no asumen una cosmovisión cristiana sabía y práctica, existe la amplia posibilidad de que el clientelismo, el populismo y otros vicios los envuelva y pasen desde el desempeño de sus diversas funciones a ser más de lo mismo, y en consecuencia a convertirse más en parte de los obstáculos de una gestión, tan esperanzadora y posible como la que plantea Astacio, que de las soluciones ciudadanas que se requieren para el éxito de su gestión.

Ante el desafío de tener una participación más activa y directa en los asuntos políticos, los evangélicos tenemos que admitir que no tenemos una teología de la política lo suficiente socializada y al alcance, para evitar que nuestros hermanos que tienen vocación política y se aprestan a ocupar posiciones en la vida pública, no caigan en la improvisación y no pasen a ser una réplica, solo con un maquillaje religioso, de las prácticas políticas que siguen los demás.

La participación política de los evangélicos desde la misma esencia de su doctrina está relacionada, en términos ideológicos y religiosos, con los valores que sustentan la vida digna posible a que debe aspirar toda sociedad. Es decir, el ejercicio político para los cristianos alcanza su verdadero sentido y justificación cuando se busca a través del mismo promover los valores que garanticen un Estado de equidad y derecho, justicia y bien colectivo, sentados sobre la base de la inclusión social, la convivencia pacífica, el reconocimiento de la dignidad humana y la creación de estructuras concretas e instituciones que faciliten su sostén.

La participación del cristiano en la política, cuando su práctica y su ideología es permeada por los valores del Reino de Dios, está más que justificada. Esta participación debe darse en procura de redimir el ejercicio de la política y dar testimonio en palabras y hechos de nuestro Señor Jesucristo.

Por esto, y por toda la complejidad y los problemas que envuelven a la sociedad de hoy, se hace necesario que la participación política de los evangélicos tenga un soporte teológico que la oriente. Para edificación de todos hay reflexiones y recursos importantes que pueden servir de fuente para llevar a cabo esta necesaria orientación. Existen numerosas publicaciones bíblicas y teológicas que contienen estudios y reflexiones serias que pueden orientar de manera efectiva una participación saludable y provechosa de creyentes evangélicos con real vocación política.

En este sentido, me consta que el rector de la Universidad Nacional Evangélica, doctor Juan Bautista Guerrero, le ha ofrecido al alcalde Astacio el aporte de profesionales capacitados, hombres y mujeres probos que pueden contribuir al éxito de su gestión. Yo añadiría que la UNEV puede, desde su oferta curricular teológica, convertirse en el brazo intelectual y teológico de pastores y lideres que quieran orientar su ejercicio y práctica política de acuerdo a los valores del evangelio de Jesucristo.

A pesar de esta orientación y ayuda disponible para un buen desempeño de los cristianos en el ejercicio de la política, sabemos que siempre habrá́ activistas que se aprovecharan de la religión, y sin vocación ni llamado buscaran sacar beneficios personales vías prácticas espurias y condenables. Esperemos que sean los menos.

 

Referencias

  • Lozano, W. (2002). Después de los caudillos. Santo Domingo: FLACSO, Librería la Trinitaria.
  • Rodriguez, M. E. (2019). Municipios empoderados: el sueño de Duarte. Santo Domingo, República Dominicana: Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE).

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Para vivir la fe - Desafíos de un alcalde evangélico en Santo Domingo