Hablar en lenguas… hebreas

“Adonai”, “Yeshúa”… ¿Cómo quieres que te llamemos, Señor?

10 DE MAYO DE 2021 · 13:00

Joshua Sukoff, Unsplash,judío orando, Muro Lamentaciones
Joshua Sukoff, Unsplash

“Yeshúa es nuestro Salvador”, “Alabado sea Adonai”, “Shalom, hermanos”. Estas expresiones las escuchamos cada vez con más frecuencia. ¿Por qué será? Parece que decir “Yeshúa”, “Adonai”, “Shalom”, añade un plus de espiritualidad a nuestras expresiones, coloca nuestro corazón en un nivel más elevado y da más profundidad y poder a nuestras palabras. Parece que incorporamos una mayor reverencia a nuestro lenguaje cuando decimos estas palabras en hebreo y confiamos en que tienen un poder intrínseco casi mágico; parece que estamos persuadidos de que hablar con estos términos nos permite acercarnos más a la trascendencia del corazón de Dios y de los seres humanos.

El Señor utilizó a misioneros británicos para traer el Evangelio en el s. XIX a mi país, Galicia; no es de extrañar, por tanto, que muchos evangélicos gallegos mantengamos un afecto especial por Gran Bretaña; ahora bien, sorprende que en algunos de nuestros hogares se empezase a tomar el té a las cinco como si esto formase parte de nuestra espiritual identidad, o que cantásemos el himno “A nuestro Padre Dios, alabe nuestra voz” con la música del himno nacional del Reino Unido.

De niño escuchaba a algunos utilizar en sus predicaciones –en español, nunca en gallego– expresiones que usaban los misioneros británicos y que correspondían a malas traducciones del inglés al español, pero a mis compatriotas les parecía que añadían un toque de espiritualidad adicional, como lo hacía utilizar un cierto soniquete de acento british. En fin, eran cosas ajenas a nuestra identidad que resultaban fuera de lugar, aunque no tengo duda de que quienes así hablaban estaban persuadidos de que se acercaban un escalón más a la gloria del Señor, porque sin duda el inglés era un idioma propio del cielo. ¿Perciben la analogía?

Me parece perfecto predicarles a los hebreos utilizando los términos “Yeshúa”, “Adonai”, “Shalom”, pero sigo preguntándome qué sentido tiene utilizarlos cuando estamos hablando en Costa Rica, Argentina o Paraguay. Y no es difícil resolver la cuestión: ¿Qué hacía Jesús? (¿Me permiten llamarle “Jesús”?) ¿Qué términos utilizaba cuando se dirigía al Padre? ¿Y cuando dialogaba con las demás personas? ¿Y cuando predicaba? Porque esto nos puede dar la pauta.

“Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti”, escuchamos orar a Jesús en Mr 14.36. Para dirigirse al Padre, desde lo más hondo de la trascendencia, utilizaba el término “Abba”, hebreo, seguro… ¡pues no! “Abba” no es un término hebreo, sino arameo. No le llamaba “Adonai”, sino “Abba”.

Y cuando clamó por la vida de una niña, en presencia de todos (Mr 5.41), sacó de Su corazón las palabras más profundas y adecuadas para el momento, “Talita cumi”, en hebreo, seguro… ¡pues tampoco! ¡En arameo!

Escuchamos así a Jesús expresarse con la más plena trascendencia, la más profunda espiritualidad, y para hacerlo usó el idioma de Su corazón, Su idioma materno, el de Su vida cotidiana, no el hebreo, no, sino aquel humilde arameo que pocos considerarían adecuado para expresar las más profundas verdades que el mundo ha escuchado; no necesitó adornar Sus discursos, Sus predicaciones, con términos hebreos porque no consideró que fuese necesario ni que aportase mayor significado ni más gloriosa espiritualidad. ¿Por qué lo hacemos nosotros?

Imagínese que está usted en Getsemaní y le escucha a Jesús empezar a orar: “Abba, Padre…” y se acerca usted, le da un toque en la espalda al Señor y Le dice: “No, por favor, no le nombres en arameo, llámale ‘Adonai’, que queda mejor”. Creo que Jesús ni le habría contestado: le habría dirigido una de aquellas miradas Suyas que le habrían puesto a usted en su sitio.

Piense ahora en el Padre cuando le escucha a usted llamarle “Adonai”; no voy a decir lo que Dios estará pensando, porque sólo Él lo sabe, pero no sería descabellado suponer que un día le pueda decir a usted: “Si mi Hijo estando en la tierra me llamó por mi nombre en Su idioma materno y no me invocó en hebreo, ¿por qué me llamas tú en hebreo? ¿Por qué no me invocas en tu propio idioma? ¿No crees que nos entendemos mejor si me hablas en tu lengua? ¿O crees que entiendo mejor el hebreo? Hablemos de Padre a hijo, por favor, ¿por qué te empeñas en llamarme ‘Adonai’ en vez de ‘Papá’?”.

Recordemos algo fundamental: Dios se hizo hombre, se encarnó, habitó entre nosotros (Jn 1.14) y al hacerlo lo hizo asumiendo en su naturaleza humana toda la identidad cultural del entorno geográfico e histórico del lugar al que bajó; habiendo nacido en Judea, asumió integralmente los códigos culturales del grupo humano al que se incorporó y por eso habló habitualmente en arameo, no en hebreo; Sus palabras de verdad salieron de Su boca en la lengua del pueblo en el que se crió y no necesitó para nada introducir palabras hebreas como si le fuesen a aportar un poder adicional. ¿Por qué lo hacemos nosotros? A Jesús le fue suficiente el arameo, ¿por qué no nos es suficiente a cada uno de nosotros el español o el quechua o el gallego? ¿Qué creemos que ganamos, qué nuevas fronteras de comunicación ganamos, en qué nos acercamos más a Dios llamándole a Jesús “Yeshúa” o “Adonai” a Dios?

Dios ama todas las culturas, para Dios no hay idiomas más santos que otros, no aparecemos más reverentes ante Dios por hablar en hebreo o en inglés, Él espera que le hablemos en el idioma del pueblo en el que nos puso.

El Señor puso todo Su empeño en hacerse entender en el idioma del territorio al que bajó, y aquel idioma era el arameo; no necesitó introducir palabras en hebreo para comunicarse en profundidad con Sus discípulos o con los demás; les contaba parábolas del medio rural y pescador en el que vivía y llamaba por su nombre arameo a los peces del mar de Galilea, a las flores de los montes de Capernaum y a Su Padre en el cielo. Esto era suficiente y no necesitaba para nada introducir términos hebreos. ¿Para qué lo necesitamos nosotros?

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Ollada latina - Hablar en lenguas… hebreas