Jesús manifestado a Agar e Ismael

La esclava Agar fue la primera persona de la historia a quien se le apareció el Señor Jesucristo.

14 DE JULIO DE 2019 · 08:00

Jeremy Cai, Unsplash,camellos desierto, caravana desierto
Jeremy Cai, Unsplash

El relato de Génesis 16 se completa con 21.8-21 y 25.12-18. Narra la historia desgarradora de la esclava Agar que llegó a ser la madre de Ismael, primer hijo del famoso Abraham, hasta que ambos fueron echados de la casa paterna (*).

 

Introducción

Los comentaristas de Génesis 16, 21 y 25, por lo general le han prestado poca o ninguna atención al pasaje, y si lo han hecho, ha sido mayormente desde una óptica que estigmatiza a la madre y el hijo.

En algunos casos, por considerar a Ismael como un bastardo, hijo de una relación adulterina de sus padres; en otros, por la enemistad visceral que sus descendientes han tenido (y tienen) con los de Isaac, es decir, los judíos, el pueblo escogido de Dios del Antiguo Testamento.

Se impone, pues, reinterpretar sin prejuicios cómo se dieron los acontecimientos. En primer lugar, ayudará hacerlo desde una perspectiva cristológica que valore adecuadamente el hecho trascendental de que Agar fue la primera persona de la historia a quien se le apareció el Señor Jesucristo. Y en segundo lugar, misionológicamente, tomando en cuenta que dichas manifestaciones del Hijo de Dios se dieron como expresión de un amor sublime que busca al excluido para atenderlo en sus necesidades, darle esperanza y un sentido de misión.

 

1. Traspié del padre de la fe

Abraham había recibido de Dios preciosas promesas y la orden de dejar su Mesopotamia natal, por lo que viajaron y se establecieron con su familia en Canaán. Ancianos como eran, no tenían prole debido a que Sarai era estéril; así que fue ella misma la que haciendo uso de una suerte de «alquiler de vientre» consintió con que su marido deje embarazada a la esclava Agar.

Así nació Ismael, situación que originó no pocos problemas dentro del seno hogareño. Sí, obtuvieron lo que tanto deseaban, pero no a la manera y en el tiempo de Dios.

Los creyentes, ni aun los más fieles, están exentos de cometer actos reñidos con la Palabra de Dios. Por omisión o por comisión, hay casos en que pasan desapercibidos mientras que en otros llegan a ser notorios escandalizando el evangelio.

Así y todo, los fracasos por debilidad, carnalidad o impaciencia no significan, necesariamente, quedar descalificado porque en su gracia infinita Dios puede restaurarlos y volver a usar en su servicio.

 

2. Un ambiente muy complicado

Lo ocurrido derivó en rencillas hogareñas donde la embarazada se burlaba de la estéril, luego la estéril comenzó a maltratarla a la embarazada, al grado que Agar optó por huir del hogar al desierto, cargando un bebé en el vientre.

Volvió a casa y nació Ismael; años después lo hizo Isaac. Pero entre los hermanos —de igual padre pero distintas madres—  hubieron problemas y Sarai exigió a su marido que eche a la esclava con el adolescente.

Mal que le pesó, Abraham tuvo que hacerlo. Aunque el texto no lo dice podemos imaginarnos los estados de ánimo y perturbación mental que cada uno habrá experimentado: bronca, sentirse humillado, usado, abusado, impotente, aterrado, etc.

La obra de Dios no siempre se lleva a cabo en un ambiente ideal de asepsia espiritual; a veces toca lidiar en situaciones contaminadas por rivalidades, discordias, inculpaciones. Será menester entonces quitar primero las piedras y malezas para sembrar después la semilla.

Esto es particularmente cierto en ciertos campos misioneros donde el cristianismo está desprestigiado por la inmoralidad de Occidente, el neocolonialismo, la belicosidad, etc.

 

3. Primera cristofanía de la historia

En las dos oportunidades que Agar anduvo vagando por el desierto —cuando lo hizo por decisión propia y cuando lo tuvo que hacer obligada— le salió al encuentro un ángel.

En la primera aparición se repite cuatro veces que se trataba de un ángel (vv. 7, 9, 10 y 11), pero luego se aclara que el interlocutor con quien ella hablaba era Jehová (v. 13), es decir, más que una criatura, el Creador mismo. Esta aseveración se condice con el nombre que le pone al pozo de agua, que refiere de uso exclusivo a la divinidad. Se trata, pues, de la segunda Persona de la Trinidad, Jesucristo, manifestado veinte siglos antes de su encarnación. Esta teofanía, más precisamente «cristofanía»: ¡fue la primera en la historia de la humanidad!

Le sucedieron otras, en una de las cuales Abraham comió con tres ángeles (vv. 18.2, 16; 19.1), luego de lo cual dos de ellos fueron a Sodoma y Gomorra para destruirlas mientras Abraham quedó «delante de Jehová» (v. 22), el tercero de los visitantes.

Veinte siglos después, Jesús hablando de su prexistencia señaló que Abraham vería su día y «lo vio, y se gozó» (Juan 8.56).

Sorprende analizar a quien se manifestó y de qué manera lo hizo. Fue a una mujer, extranjera y esclava. Y no lo hizo con palabras de reproche sino de esperanza: «Darás a luz un hijo» (16.21), augurándole un futuro promisorio: «Haré de él una gran nación» (17.20; 21.13, 18), con lo que se nos impone un modelo de misión que toma la iniciativa y sale en búsqueda del necesitado para ofrecerle asistencia, consuelo y esperanza.

 

4. Misión amorosa e irresistible

Creyendo que todo había llegado a su fin le encargó una misión: «Alza al muchacho, y sostenlo con tu mano» (21.18). Llenó su odre y le dio de beber al moribundo, y lo más extraordinario: «Dios estaba con el muchacho» (21.19). Llegó a adulto, se casó, tuvo doce hijos, formaron doce tribus y dieron origen a la gran nación ismaelita de los árabes.

Se hace evidente, una vez más, que «cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Romanos 5.20). La ley no puede: ¡la gracia será siempre superadora!

Uno de sus descendientes, Mahoma (570-632 d.C.), se levantó como profeta y estableció el islam como nueva religión sobre la faz de la tierra.

 

Conclusión

¡Oh, si comprendiéramos que con un pasado tan complicado, doloroso y contradictorio, los hijos de Ismael siguen siendo amados del Señor y herederos de promesas maravillosas en Cristo Jesús! ¿Qué sería si como el Señor preencarnado socorrió a la madre de Ismael, la iglesia del siglo XXI llevara el agua de vida en particular a los árabes (descendientes genéticos) y en general a los musulmanes (descendientes espirituales)?

Si quedan cicatrices de heridas pasadas, igual podemos allegarnos a ellos en una misión libre de prejuicios y cargada de amor, conscientes de que a pesar de un pasado tenebroso ellos son también descendientes de Abraham, el padre de la fe (17.20; 21.13).

Son amados del Señor, herederos en Cristo de la herencia de Abraham, y precisan oír las buenas nuevas de Jesús.

 

(*) Comentario para la Biblia de Estudio La misión de Dios, ubicado en Gálatas 4, SBU, 2017

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Misión GloCal - Jesús manifestado a Agar e Ismael