Entre Dios y el César, libro de lectura obligada

Un análisis del Dr. José Luis Pérez Guadalupe sobre el impacto político de los evangélicos en el Perú y América Latina.

18 DE JUNIO DE 2018 · 12:00

La portada del libro,Dios César, política evangélicos
La portada del libro

El Dr. José Luis Pérez Guadalupe ha escrito un libro acerca del Protestantismo en el Perú y América, que en mi opinión debiera ser lectura obligatoria para todos los líderes evangélicos. Se trata de Entre Dios y César: el impacto político de los evangélicos en el Perú y América Latina (Instituto de Estudios Social Cristianos, Lima, 2017, 234 pp.), una obra de madurez de un estudioso que viene ocupándose del tema desde hace más de  veinticinco años.

El primer libro que leí de este autor se publicó en 1992 con el título ¿Por qué se van los católicos? (Conferencia Episcopal Peruana, Lima). El libro era fruto de una encuesta que Pérez Guadalupe realizó en 1991 con sus alumnos de la Universidad “Marcelino Champagnat”.

Preguntaron a más de 2,500 evangélicos que habían sido antes católicos las razones de su conversión. Dice al autor “Buscaba con estas encuestas, en primer lugar, escuchar la opinión de aquellos mismos protagonistas del problema de migración religiosa, a quienes muchas veces no hemos tomado en cuenta…”[1]

Pérez Guadalupe es parte de una nueva generación de estudiosos católicos que tratan de comprender la migración de católicos hacia iglesias evangélicas no con una actitud policial, “cómo podemos frenar a los protestantes”, sino con una actitud misiológica “qué podemos aprender de los protestantes”.[2]

Refiriéndose a cómo ha de ser la pastoral católica, en otro de sus libros afirma: “En ese sentido debemos pasar…de una ‘pastoral de monopolio’ a una ‘pastoral de competencia’, ya que actualmente existe una gran pluralidad religiosa que hace impensable seguir con los mismos parámetros pastorales ‘monopólicos’ de hace cincuenta años.”[3]

La bibliografía de este nuevo libro de Pérez Guadalupe muestra que su autor se propuso escuchar las voces de los evangélicos como José Míguez Bonino, Tomás Gutiérrez, o Darío López, que han venido estudiando el tema de su notable crecimiento demográfico en América Latina, y algunas de sus consecuencias.

También ha prestado atención a los hallazgos e interpretaciones de sociólogos como Christian Lalive D’Epinay, Jean Pierre Bastian, Veronique Lecaros y David Martin. La lectura de este libro me lleva a la gratitud por el respeto que el autor manifiesta hacia su objeto de estudio, cosa que no ha sido frecuente en el mundo académico. Pérez Guadalupe nos advierte en la Introducción: “Al cumplirse los 500 años del inicio de la Reforma Protestante, hemos querido presentar esta modesta investigación a la comunidad académica con el deseo de que pueda contribuir a los estudios acerca de este complejo, ambiguo, creciente e impredecible ‘fenómeno evangélico latinoamericano’, y su incursión en la política partidaria, que no se deja encasillar fácilmente en clichés y menos en generalizaciones.”[4]

El primer capítulo nos ofrece un resumen estadístico del crecimiento evangélico basado en las cifras proporcionadas por dos fuentes dedicadas a estudios demográficos: la Corporación Latinobarómetro, instituto internacional con sede en Chile y el Pew Research Center de Estados Unidos.

El autor señala que sus cifras son “más independientes que las estadísticas confesionales sean de la Iglesia Católica o de las iglesias evangélicas.”[5] El énfasis de este resumen estadístico está en la idea de la “migración religiosa” de las filas del Catolicismo a las del Protestantismo, y se puede decir que refleja la preocupación pastoral, por las fallas de la pastoral católica.

“De la revisión de estas estadísticas podemos concluir que si la Iglesia Católica no realiza algo realmente revolucionario en el continente, el cambio religioso será irreversible. No sólo porque va a perder la hegemonía religiosa dentro de pocos años (el monopolio ya lo perdió), y los evangélicos pueden llegar a ser, en los próximos cincuenta años, la nueva mayoría religiosa – como están a punto de conseguir en Guatemala, Nicaragua y Honduras- sino porque este continente, tradicionalmente religioso tendrá en los próximos años una quinta parte de su población en la incredulidad.”[6]

El segundo capítulo se ocupa de la historia política de los evangélicos en el Perú y es un capítulo denso que ofrece una aproximación cronológica que viene matizada por la reflexión sociológica, teológica y hasta cierto punto pastoral.

Propone una historia política de los evangélicos en el Perú con tres etapas: 1) Misioneros liberales en los inicios del Protestantismo (1822-1915) 2) Evangélicos conservadores: creyentes apolíticos y anticatólicos (1916-1992) y 3) Cristianos conquistadores: militantes de la fe y de la política (1993-2017).

Aquí este comentarista encuentra material y método discutibles pues nos parece que la división en etapas podría dar cuenta más precisa de los hechos históricos. En la segunda etapa se podría distinguir otros momentos o etapas. La presencia adventista en el sur peruano tiene un peso cívico con significación política que vale la pena considerar. Luego hay una etapa de participación política activa con José Ferreyra y Pedro Arana y la gestión de Derechos Humanos por parte del CONEP, que tiene un impacto civil y luego político.

Son momentos significativos tomando en cuenta que son expresiones de una minoría religiosa en un país donde la libertad religiosa no se vive todavía a plenitud. También cabe analizar mejor el caso peruano teniendo en cuenta y prestando mayor atención, por ejemplo, a las diferencias regionales y denominacionales en la historia de los evangélicos en el Perú.

Estudiosos de la comunidad evangélica como el historiador Tomás Gutiérrez[7] y el misiólogo Darío López[8] han ofrecido material histórico y una reflexión interpretativa apropiada del fenómeno Fujimori en la política peruana. Pérez Guadalupe toma en cuenta sus aportes y nos ofrece su propio resumen del cambio que se va dando en la vida política del Perú en torno a las elecciones de 1990. Hemos de reconocer que como estudioso católico toma en cuenta también de manera autocrítica el triste papel que jugó en ese proceso un sector de la jerarquía de la Iglesia Católica Romana.[9]

El capítulo III se ocupa del protagonismo político de los evangélicos en América Latina, prestando atención a los hechos destacados por un gran número de sociólogos y analistas sociales y también a la reflexión teológica de fuente evangélica que ha acompañado el proceso histórico.

Pérez Guadalupe va mostrando como a partir de la década del 90 los acontecimientos políticos en Estados Unidos influyen en la toma de posición de diversos sectores evangélicos de ese país, lo que describe como una “derechización”. Algunos de estos sectores buscan influir sobre la vida de los evangélicos en América Latina, especialmente en relación con lo político, utilizando para ello las estructuras misioneras y eclesiásticas que han ido surgiendo, o que se crean con ese propósito.         

En sus conclusiones Pérez Guadalupe es un tanto pesimista respecto a la acción política de los evangélicos. Al analizar la situación presente destaca el espíritu del movimiento carismático en la etapa 1993-2017. “Tal parece que  estos nuevos o ‘renovados’ evangélicos – ahora con evidente espíritu neopentecostal, con aires de ‘teología de la prosperidad’ (o ‘ideología de la prosperidad’), muchas veces con pretensiones ‘reconstruccionistas’ y con una creciente llegada a las clases medias y altas – son el nuevo rostro latinoamericano y los nuevos actores sociales y , sobre todo, políticos del movimiento evangélico continental…Como se puede apreciar, los evangélicos llegaron para quedarse, se quedaron para crecer y crecieron para conquistar.”[10]

La nota pesimista y crítica reaparece varias veces en las conclusiones del libro: “A fin de cuentas, hasta ahora los evangélicos no han concretado una opción política real de gobierno, ni han aprovechado el ‘mundo’ para aumentar sus planes evangelizadores; apenas han logrado que algunos líderes evangélicos sean conocidos más allá de las cuatro paredes de sus templos (y no siempre de manera positiva), pero no han conseguido mayor transformación de sus iglesias, de la política ni de la sociedad. Pero lo que sí han logrado es seguir creciendo a costa del decrecimiento católico y posesionarse socialmente cada vez más dejando atrás su estigma de grupos marginales y fanáticos.”[11]

La observación del actual momento político en el Perú y del papel que vienen cumpliendo los evangélicos me lleva a estar de acuerdo con varias de las conclusiones de este libro y con su análisis del proceso histórico por el cual  los evangélicos en el Perú hemos llegado a este punto.

Creo que las nuevas generaciones evangélicas pensantes pueden usar material de este libro para una medida de autocrítica y pueden también proponerse entender la ética protestante regresando a las fuentes de nuestra fe, de manera que permita visualizar otras formas de presencia y acción social y política en el país.

 

NOTAS


[1] Lic. José Luis Pérez Guadalupe, ¿Por qué se van los católicos?, Conferencia Episcopal Peruana, Lima, 1992, p. 55.

[2] Me ocupo de este cambio de actitud en “Protestantismo popular y Misiología católica”, capítulo 7 de mi libro Tiempo de misión, Ed. Semilla-Clara, Guatemala 1999, pp.84-96.

[3] José Luis Pérez Guadalupe y Norberto Strotmann, La Iglesia después de Aparecida, Diócesis de Chosica, 2008; p.228.

[4] José Luis Pérez Guadalupe, Entre Dios y César: el impacto político de los evangélicos en el Perú y América Latina, Instituto de Estudios Social Cristianos, Lima, 2017, p. 26.

[5] Ibid, pp. 42-43.

[6] Ibid.p. 44

[7] Tomás Gutiérrez Sánchez, El “hermano” Fujimori, Ed. AHP, Lima, 2000.

[8] Darío López Rodríguez, La seducción del poder. Los evangélicos y la política en el Perú de los noventa, Ed. Puma, Lima, 2004.

[9] Ver las pp 133-135 de Entre Dios y César.

[10] Entre Dios y César, pp. 214-215. Subrayado del autor.

[11] Ibid, p. 220.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Mi universo - Entre Dios y el César, libro de lectura obligada