Una nueva encuesta muestra que la mayoría de los países ven con buenos ojos a Donald Trump. Pero esta segunda victoria de Donald Trump volvió a pillar desprevenida a Europa. Mientras en los países del viejo continente reina el pesimismo y la incredulidad tras su investidura presidencial esta semana, en el resto del mundo parece haber más optimismo sobre el nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Tras preguntar a casi 30.000 personas de todos los rincones del mundo, el think tank ECFR ha publicado sus conclusiones sobre las percepciones de Trump, el papel de Estados Unidos, las expectativas de paz en Ucrania o Palestina y el ascenso de China.

La mayoría de países del mundo opina que el liderazgo de Donald Trump será bueno tanto para Estados Unidos como para el resto del planeta. Su liderazgo haría posible la paz mundial e incluso el comercio internacional.

Los "que acogen a Trump", como los llama el informe, son claramente mayoría en India, China, Rusia, Sudáfrica, Indonesia, Arabia Saudí y Turquía, y se espera que todos estos países se conviertan en actores importantes en el mundo multipolar actual.

Europa, incluyendo gran parte de los cristianos europeos, es claramente la excepción a este entusiasmo pro-Trump. Los nuevos vientos políticos que soplan en Estados Unidos no son vistos con buenos ojos en los países de la UE y el Reino Unido.

Hemos pedido su opinión a Xesús Manuel Suárez, responsable del grupo de Vida Pública de la Alianza Evangélica Española, de la que es secretario general. También es parte del Consejo Consultivo del Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia.

X. Manuel Suárez: “La decadencia de Europa está ligada al secularismo agresivo”

“La UE ha ganado en consistencia económica y financiera, pero su papel como entidad de referencia en el mundo se ha diluido”, afirma X. Manuel Suárez,

“La causa de esta decadencia es la liquidación de los valores derivados de la cosmovisión cristiana, en particular la protestante, que durante tanto tiempo ha nutrido a Europa. Una cultura que pierde sus valores puede ser muy avanzada económica o tecnológicamente, pero inevitablemente entra en decadencia”, afirma.

“La dilución de ese código de valores compartido lleva a un debilitamiento de la propia Unión y a la pérdida de objetivos comunes”, afirma Suárez. “Prueba de ello se puede ver en la inconsistencia y debilidad de la política exterior de la UE, el escaso respeto que genera y su falta de eficacia como actor relevante en el mundo actual”.

“Europa está en vías de decadencia desde que ha sustituido la cosmovisión cristiana por casi nada más que la lucha contra el cambio climático y la ideología de género. Pero ambas son demasiado poco para constituir un modelo de referencia”, afirma Suárez.

Muchos europeos podrán quejarse del regreso de Trump, pero “quienes lo critican deberían considerar que ciertamente tiene un proyecto definido, objetivos y caminos claramente definidos, que responden a una clara visión del mundo”.

“Los europeos pueden tener, sin duda, otros programas, otros objetivos y otros caminos, pero les falta la claridad que ha demostrado Trump y su decisión de ponerse al frente de un proyecto que no sólo quiere convencer, sino entusiasmar”, afirma Suárez, autor de ensayos sobre el impacto de la cosmovisión cristiana en los debates públicos. El problema es que “Europa no ofrece una alternativa comparable en estos términos”.

Las políticas aislacionistas de Trump pueden ser una oportunidad para que Europa construya su propio camino, “pero no se puede trazar un camino si no hay un objetivo común compartido, bien definido y apasionante”.

En este contexto negativo de este lado del Atlántico, los cristianos “debemos ofrecer la cosmovisión bíblica como base de esperanza para la revitalización de Europa. Debemos llamar a Europa a hacer una evaluación crítica de los resultados de su política de renuncia a esta cosmovisión bíblica”.

Los cristianos que creen en la Biblia deben poder «explicar cómo se construye la unidad desde la diversidad, porque ésta ha sido una de nuestras señas de identidad. Debemos también llevar a la Europa de los próximos diez años nuestra visión del lugar de las minorías en la vida de la sociedad».

“Los protestantes debemos volver a explicar qué significa la tolerancia, porque Europa se está volviendo cada vez más intolerante con el disenso. Y debemos reivindicar que la tolerancia se basa en convicciones firmes y en el respeto mutuo, no en el relativismo y en el dogmatismo secular”.

En un momento de incertidumbre económica, “debemos explicar una vez más que el futuro desarrollo económico europeo no debe ser un fin en sí mismo, sino que debe poner al ser humano en el centro: el crecimiento económico no es lo mismo que el desarrollo humano; es el desarrollo humano el que marca el verdadero progreso de una sociedad”.

“Y, sin duda, en este respeto a la persona y a su dignidad, los evangélicos vamos a exigir el respeto a la vida frente a las políticas que promueven el aborto y la eutanasia. Una sociedad que mata a los no nacidos y a los ancianos es todo menos progresista”, subraya Suárez.

Los protestantes fuimos “pioneros en dar forma al sistema democrático occidental y lo hicimos a partir de la Biblia, enfatizando, por ejemplo, la rendición de cuentas como consecuencia de nuestro concepto de la corrupción integral del ser humano”.

X. Manuel Suárez concluye diciendo: “La democracia en Europa está perdiendo profundidad y vemos cómo la rendición de cuentas de sus instituciones es cada vez más deficiente. Necesita un retorno a sus fundamentos, y los protestantes tenemos la autoridad moral para guiar ese proceso de regeneración”.