La embajadora de EE. UU. en RD, Leah Francis Campos, habló durante el almuerzo de la Cámara Americana de Comercio (Amchamdr), donde abordó temas claves para la relación bilateral entre ambos países. Es de origen hispano, hija de una española y de un estadounidense de ascendencia mexicana.

Durante su discurso, la diplomática hizo referencia al apoyo económico de Estados Unidos a República Dominicana tras el cierre de la USAID, la importancia de concretar acuerdos con la Casa Blanca, los valores compartidos, y su agradecimiento por la acogida en el país.

La embajadora de los Estados Unidos exhibió con naturalidad sus valores cristianos en su intervención, en perfecta sintonía con una población dominicana mayoritariamente cristiana y profundamente apegada a su fe. Campos es provida y Profamilia, una católica conservadora.

Sus declaraciones generaron reacciones inmediatas positivas en el espectro político dominicano.

Valores cristianos e ideología de género

Tras años de ser bombardeados con una agenda cultural ajena a su identidad -que no buscaba respetar e incluir minorías, sino deformar ideológicamente a las nuevas generaciones- los presentes valoraron positivamente que la representante de la mayor potencia mundial respete los valores cristianos, que coinciden con las creencias de la mayoría del pueblo dominicano.

Causó una gran polémica en el pasado el envío por parte del Gobierno de Obama de un embajador y activista gay de Estados Unidos, James Brewster (junto a su "esposo" Bob Satawake). Generó una gran controversia especialmente por su continua promoción de los “derechos de la comunidad LGTB” (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales), entre ellos el del mal llamado "matrimonio" homosexual.

Incluso en noviembre de este año, ya como exembajador, realizó una boda entre dos hombres en tierra dominicana, usando la artimaña -para evitar la Ley dominicana- de que se trataba tan solo de una celebración y que el matrimonio ya había sido legalmente registrado y reconocido en EEUU antes del evento en República Dominicana.

La inmigración y Haití

Campos también se refirió a la situación en la frontera con Haití y expresó su deseo de que ambos países puedan vivir en armonía. “La meta sería que los haitianos puedan habitar en su país, uno que sea pacífico y seguro, se lo merecen”, subrayó la diplomática.

Ante el fenómeno migratorio definió como principal desafío la integración cultural. “Una migración que se convierte en carga económica permanente, que se desintegra socialmente, que vive en paralelo en un submundo regido por sus propios códigos, que no se adapta al contexto del país receptor y que, en muchos casos, delinque, termina generando inevitables y profundos resentimientos sociales”.

La embajadora confirmó que la administración Biden –y los sectores más radicales del Partido Demócrata– mantenían una política de fronteras abiertas y ejercían presión constante sobre la República Dominicana para que mantuviera abierta su frontera con Haití. “Esto se tradujo en una presión política sobre las autoridades dominicanas por parte de la administración Biden para que mantuvieran abierta su frontera con Haití en lugar de cerrarla”.

Esa presión se canalizaba, con frecuencia de forma condicionada, a través de ONG’s y periodistas y activistas financiados con fondos de USAID que han contribuido en varios países a desestabilizar gobiernos y promover agendas contrarias a los valores mayoritarios, incluso en contra de los intereses nacionales de sus propios países.