El pasado 18 de mayo, Annaleigh Wilson, de 14 años, participó en las olimpiadas juveniles celebradas en Cashmere, en el estado de Washington (Estados Unidos). Representaba a su instituto, el Eastmont de East Wenatchee, y quedó segunda en la carrera de la milla, 1600 metros lisos, por detrás de un atleta trans, quien corrió representando al suyo, el Liberty Bell de Winthrop.

Refleja la dimensión de un problema creciente: la destrucción del deporte femenino en aras de la ideología de género. Este caso modesto ha adquirido resonancia universal tras la viralización de un discurso de Annaleigh denunciando lo sucedido.

Unas palabras que impactaron

Explicó que las olimpiadas en las que participó son importantes, porque son a nivel estatal y en ellas compiten los atletas que han quedado primeros o segundos en sus respectivos High School. "Había oído que esto [la participación de chicos en competiciones femeninas] pasaba en otros lugares del país, pero nunca me había sucedido".

En el podio supo que la ganadora, que llegó con 7” de ventaja, era biológicamente un chico. "Me hundí. Totalmente desanimada, porque sentí que todo el duro trabajo que había hecho durante el año no había valido de nada", afirmó Annaleigh, conteniendo las lágrimas. "No importa lo duro que entrene o lo mucho que me esfuerce, la probabilidad de derrotar a un chico es mínima".

El entrenador del corredor trans, que escuchó las quejas de Annaleigh y su familia y amigos, les amenazó con demandarles, lo que resultó "devastador" para ella: "Era como decirnos 'cállate, deja de quejarte y te aguantas'".

Acosada por su protesta

Su familia y ella protestaron "no porque yo no ganase, sino porque en este nivel de competición, no es justo que los chicos compitan contra las chicas. El esfuerzo y el talento de todas esas chicas biológicas que estaban junto a mí y que habían luchado tanto como yo durante toda la temporada, no contaba".

Tras la carrera fue "increíblemente duro", dijo, que "adultos hayan atacado a mi familia y a mí por decir lo que pensamos sobre la justicia y la protección que merecen las chicas biológicas en el deporte. Nos han acusado de 'tránsfobos', a mí de 'mala perdedora' y de valorar más la victoria que una vida humana si este atleta trans se quita la vida".

Annaleigh responde que “las mismas personas que atacan a las atletas mujeres por decir lo que piensan no les importa las consecuencias y problemas mentales que esto está suponiendo para las atletas femeninas”. El acoso sufrido le ha producido graves problemas de ansiedad y pánico".

Concluye Anneleigh que "permitir que chicos compitan contra chicas ni funciona ni es justo para las atletas femeninas ni para los atletas trans ¡Cuántos odios y discusiones por ambos bandos! Las cosas que he oído sobre este atleta trans y sobre mí son terribles y dañinas. Solo tengo 14 años y no tendría por qué estar ocupándome de esta clase de asuntos de adultos, confiando en que los adultos darán un paso y harán lo correcto para proteger y mantener el deporte femenino como algo justo y seguro para las chicas biológicas".

Brendan y Elizabeth, los padres de Annaleigh, están luchando ahora por que las autoridades escolares del estado de Washington cambien las normas sobre la participación en eventos deportivos, para que no se repita lo sucedido con su hija.

"No queremos que nadie odie a ese chico [el atleta trans], es solo un niño", explicó Elizabeth a Source One, "pero me gustaría saber por qué nosotros no podemos también proteger a nuestra hija".