‘El otro hijo pródigo’
Este otro pródigo se sienta en las bancas de la iglesia y trata a su hermano despectivamente, en vez de decirle: “mi hermano”.
22 DE JUNIO DE 2025 · 08:00

En la ‘Parábola del hijo pródigo/perdido’ (Lucas 15:11-32), hay tres personajes que destacan, el hijo menor pródigo, el padre (figura del celestial) y el hijo mayor; muchos se fijan en la actitud del hijo perdido y el padre amoroso, pero ignoran la actitud del hijo mayor que nos presenta una gran enseñanza, que al final resultó ser otro pródigo que estaba perdido dentro de su propia casa.
La palabra ‘pródigo’, es un adjetivo calificativo, relativo a una persona que desperdicia y consume su dinero en gastos inútiles, sin medida ni razón. Es usado también como sustantivo. Igualmente significa: derrochador, despilfarrador, dilapidador, malgastador; es aquel que desprecia ligeramente la vida u otra cosa estimable.
¿Qué significa ser un hijo pródigo?
Nos representa a nosotros cuando nos rebelamos contra nuestro Padre celestial o terrenal y decidimos vivir la vida a nuestra manera, pero no importa a donde vayamos ni lo que hayamos hecho, el Padre siempre desea que regresemos a casa, a Él, y al evangelio de Jesucristo.
La trama, es nuestra propia trama
El hijo menor, se nos presenta en la parábola como el pródigo/perdido; es un tipo del pecador que luego de darse cuenta de su vida perdida o malgastada se arrepiente y va en busca del Padre. Este hijo, espiritualmente hablando, es un hijo de Dios por redención, quien tras llegar al denigrante trabajo para un judío como es el de cuidar cerdos, hasta anheló comer de lo que los cerdos comían, como nadie quería ayudarle se ve confrontado por la crisis económica y el hambre, que son un tipo de prueba que Dios permite en nuestra vida para llevarnos a la reflexión y el arrepentimiento.
Tras esta lamentable situación a la que llegó por causa de su rebeldía, finalmente reconoció su pecado y arrepentido fue en busca del perdón del padre. Este es un pasaje poderoso, porque muestra al Padre celestial yendo apresurado a abrazar a su hijo pedido que regresa y le intercepta antes de llegar a casa para evitar que los vecinos, sus trabajadores y su misma familia le reprochen su actitud.
El padre no dejó que su hijo terminara la frase de querer ser un jornalero suyo e inmediatamente ordenó vestirle (un tipo de las vestiduras espirituales de santidad), calzarle (para que ya no ensucie sus pies con el mundo), ponerle un anillo (restitución de la autoridad e identidad perdida) y mandó a matar el becerro más gordo para hacer una fiesta por su hijo perdido que había vuelto a la vida (un tipo de la fiesta en los cielos cuando un pecador se arrepiente).
Luego todos «comenzaron a regocijarse», lo cual no indica un fin, sino el inicio de un gozo que nunca acabará, al igual que la fiesta eterna por la salvación de un pecador que se reconcilia con su Padre eterno.
El hijo mayor, el otro pródigo
Aquí el hijo mayor es un tipo de los ‘religiosos’ en la iglesia (escribas, fariseos, saduceos), quien siendo hijo de Dios por creación y tradición (como los judíos), al enterarse del por qué había fiesta en su casa se llenó de celo e ira y rehusó entrar y gozarse con el Padre y el hermano arrepentido; porque la religiosidad y justicia propia (que es por obra y no por fe) no permite regocijarse por el hermano vuelto a casa, reclamándole al Padre nunca haberlo premiado «ni con un cabrito para disfrutar con sus amigos» a pesar de sus años de fiel servicio y obediencia.
Este otro pródigo que teniéndolo todo no lo disfruta, es el que se sienta en las bancas de la iglesia, pero trata a su hermano despectivamente al llamarle «este hijo tuyo», en vez de decirle: “mi hermano”. Vemos, entonces, el gozo y el festejo del Padre por un hijo arrepentido que vuelve a casa, y no por un hijo obstinado, malagradecido y con pecados ocultos en su corazón que no acepta ninguna actitud de celebración por parte del padre.
El hijo mayor es un tipo de religioso que se enoja cuando el Padre muestra amor y misericordia por el hijo menor perdido que regresa y se reconcilia. Para el hermano mayor que se supone lleno de amor y misericordia, el regreso del hermano perdido sacó a la luz la religiosidad que había en su corazón, quien en vez de alegrarse, se disgustó por la actitud del padre.
El hijo mayor, ‘el otro pródigo’, estaba perdido en su propia justicia y no se daba cuenta que era tan o más pecador que el hermano menor; porque este no se arrepiente de la injusta actitud de su corazón. Él en vez de derrochar dinero, desperdiciaba las bendiciones de Dios por la dureza de su corazón.
La actitud del hermano mayor demuestra cuántos hijos pródigos/perdidos hay en la iglesia, porque juzgan a sus hermanos que reconocen su pecado y vienen al Padre en busca de perdón, sin siquiera percatarse cuán mal están ellos ante el Padre por causa de su rebeldía procedente de su corazón orgulloso, celoso y envidioso; nada diferente al corazón de Caín que asesinó a su hermano menor por las mismas circunstancias.
Todos fuimos o todavía somos pródigos
- Ambos hijos recibieron sus bienes: uno los desperdició y el otro jamás los disfrutó.
- ¿Conoce usted a alguien que necesite pedirle permiso a su padre para comerse algo de la casa?
- ¿La otra mitad de la herencia que su padre compartía con él, ‘el otro pródigo’, no era suficiente razón para estar tranquilo y no envidiar la celebración por la vuelta del hermano menor arrepentido?
- ¿Acaso con esta actitud no está juzgando a su padre como injusto por tratar así al hijo menor?
- El orgullo espiritual es una manifestación de soberbia y ceguera que demuestra cuán lejos se puede estar del Padre aun viviendo en la misma casa (la iglesia).
- Si el hermano mayor, que supuestamente estaba al lado del padre, hubiera reconocido el legítimo gozo del Padre por el hermano perdido, el festejo hubiera sido mucho más grande.
Esta parábola hace referencia a la actitud de los religiosos de los tiempos de Cristo, quienes orgullosos por su tradición religiosa celaban, envidiaban y odiaban al hermano menor que sí se acogía al perdón divino que el Señor les ofrecía e indirectamente reprochaban que Dios fuera tan misericordioso con los hermanos perdidos, porque veían su condición deplorable antes de mirar su corazón arrepentido y venir a los brazos del Padre amoroso y perdonador.
Pero lamentablemente todavía hoy, a pesar de la obra del Espíritu Santo en sus vidas, existen muchos hermanos mayores pródigos, quienes están más perdidos dentro del mismo reino de gracia y misericordia que los hermanos menores que reconocen su actitud pecaminosa y se arrepienten de corazón. QUE DIOS NO PERMITA QUE USTED SEA UNO DE ELLOS.
«En esos días, le informaron a Jesús que Pilato había asesinado a varias personas de Galilea mientras ofrecían sacrificios en el templo. “¿Piensan que esos galileos eran peores pecadores que todas las demás personas de Galilea? —preguntó Jesús—. ¿Por eso sufrieron? ¡De ninguna manera! Y ustedes también perecerán a menos que se arrepientan de sus pecados y vuelvan a Dios. ¿Y qué piensan de los dieciocho que murieron cuando la torre de Siloé les cayó encima? ¿Acaso eran los peores pecadores de Jerusalén? No, y les digo de nuevo, a menos que se arrepientan, ustedes también perecerán”» (Lucas 13:1-5).
Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - ‘El otro hijo pródigo’