Con un detector de metales han encontrado recientemente en las montañas de Noruega una extraña moneda de oro que representa a Jesucristo sosteniendo una Biblia.

Según las autoridades de la ciudad noruega de Vestre Slidre, en el condado de Innlandet, técnicamente se conoce como histamenon nomisma, una moneda de peso estándar introducida por primera vez alrededor del año 960 d.C. y utilizada como moneda bizantina común.

“Se ha conservado excepcionalmente bien. La moneda parece prácticamente igual que cuando se perdió”, dice el comunicado emitido por el condado de Innlandet.

Creen que la moneda se introdujo en el Imperio Bizantino y se acuñó en Constantinopla, en algún momento entre los años 977 y 1025, basándose en tres líneas de puntos que rodean el borde de la moneda, un elemento de diseño comúnmente utilizado durante ese periodo de tiempo.

En la pieza aparecen los emperadores bizantinos Basilio II y Constantino VIII. / Innlandet fylke

Jesús y los emperadores bizantinos

Además de la imagen de Jesús en una cara de la moneda, en la otra aparecen los antiguos emperadores bizantinos Basilio II y Constantino VIII, co-gobernantes del también llamado Imperio Romano de Oriente hacia finales del siglo IX.

La moneda también tiene dos inscripciones escritas. Una aparece en latín junto al sello de Cristo, y dice: “Jesucristo, Rey de los que reinan”. La otra, escrita en griego en la cara opuesta de la moneda, dice: “Basilio y Constantino, emperadores de los romanos”.

Posibles explicaciones

Los expertos han intentado determinar cómo acabó la moneda en Noruega. Una hipótesis es que el artefacto perteneció a Harald Hardråde, que antes de ser rey formó parte de la guardia del emperador bizantino.

“En aquella época era costumbre que los guardias tuvieran derecho a saquear el palacio y llevarse todos los objetos de valor que encontraran cuando moría el emperador. Durante la estancia de Harald en Bizancio, habían muerto tres emperadores”, han explicado los funcionarios del condado de Innlandet.

Otras teorías apuntan a que la moneda de oro también pudo llegar por el primitivo comercio de sal de Noruega, cuyas rutas de transporte discurrían perpendiculares desde el oeste del país, a que un clérigo la perdió en uno de sus viajes misioneros, o a que se utilizó en un intercambio entre mercaderes.