La santidad, un estilo de vida

Vivir en santidad no es una elección, sino una obligación ineludible.

13 DE JUNIO DE 2021 · 08:00

Jad Limcaco, Unsplash,caminando
Jad Limcaco, Unsplash

En un mundo cada día más depravado no es fácil para el creyente vivir en santidad, pero esa es una exigencia divina y es una marca distintiva de los genuinos cristianos con respecto a los nominales, pues quien vive en santidad da frutos espirituales de justicia; de hecho, en el Nuevo Testamento se le llama ‘santo’ al creyente que nació de nuevo en Cristo.

2ª Corintios 6:16-7:1, señala: “...Porque nosotros somos templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, ¡Salgan de en medio de ellos, y apártense! dice el Señor. No toquen lo impuro, y yo los recibiré, y seré para ustedes Padre, y ustedes me serán hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso... Así que, amados, ya que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda impureza de cuerpo y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”.

Para vivir estas promesas divinas que acabamos de enumerar debemos limpiarnos de toda impureza por dentro y por fuera y, sobre todo, perfeccionar nuestra santidad en el temor de Dios. A mayor temor de Dios mayor nivel de santidad.

Vamos a aclarar un poco acerca del significado de la santidad. Santidad es igual a justicia. El proceso que lleva la santidad es conocido como santificación. Alguien santificado es quien está: consagrado, apartado, dedicado, purificado (en estado de pureza) para con Dios. El o lo santificado es solo para Dios o para el uso de Dios. A los salvos en Cristo se nos llama ‘santos’ (sagrados y consagrados; aquellos que hemos sido apartados del mundo para vivir adorando y sirviendo al Señor). En sí, el santificado es pertenencia exclusiva de Dios, de manera que debe vivir solo para agradarle.

Existen dos tipos de santidad:

1.- La santidad recibida en Cristo al ser justificados por medio de la fe, como una muestra de su gracia. Al respecto Efesios 4:24, dice: “y vístanse del nuevo hombre que ha sido creado a semejanza de Dios en justicia y santidad de verdad”.

2.- La santidad como modo de vida del creyente fiel; esa que debemos vivir a diario con la ayuda y el poder del Espíritu Santo.

Entonces, vivir en santidad requiere de cada uno de los creyentes:

1.- Limpiarse y perfeccionarse. “Así que, amados..., limpiémonos de toda impureza de cuerpo y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2ª Corintios 7:1).

2.- Ser disciplinados y vivir en amonestación. Como enseña Hebreos 12:10, nuestros padres “nos disciplinaban por pocos días como a ellos les parecía, mientras que él [Señor] nos disciplina para bien a fin de que participemos de su santidad”.

3.- Presentar nuestro cuerpo a la santificación. Según nos lo muestra el apóstol Pablo en su carta a los Romanos 6:19,22: “Les hablo en términos humanos a causa de la debilidad de la carne de ustedes. Porque así como presentaron sus miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad cada vez mayor, así presenten ahora sus miembros como esclavos a la justicia para la santidad... Pero ahora, libres del pecado y hechos siervos de Dios, tienen como su recompensa la santificación y, al fin, la vida eterna”. Vivir renunciando al pecado y a las impurezas en general nos otorga la santificación como recompensa y como fin de ella la vida eterna.

La santificación es producida por el Espíritu Santo, inicia cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador y permanece cumpliendo el proceso de santificación en nosotros mientras estemos en este mundo. Él avanzará en la medida que vayamos rindiendo áreas, vicios y pecados para que nos purifique y esa será una vivencia permanente en nosotros. Si nos resistimos retrasaremos el proceso de santificación, lo cual es un grave error.

Muchos se preguntan ¿cuál será la voluntad de Dios para su vida? Pues si queremos hacer la voluntad de Dios debemos santificarnos; “porque esta es la voluntad de Dios, la santificación de ustedes”. La voluntad de Dios en nosotros comienza y se sostiene en la santificación.

La santificación también es un llamado de Dios, como lo asegura el apóstol Pablo en su 1ª Tesalonicenses 4:7, “porque Dios no nos ha llamado a la impureza sino a la santificación”.  Si no cumplimos el llamado a la santificación el resto del llamado y servicio a Dios será infructífero, pues el Señor no acepta que le sirvamos y sigamos sin santificación, no lo olvidemos nunca.

La Palabra de Dios nos da dos importantes advertencias con respecto a la vida en santidad.

La primera está en 2ª Timoteo 3:12, que dice: “también todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos”. Si vamos a vivir piadosa o santamente, entonces seremos perseguidos por nuestro entorno, incluyendo a nuestra propia familia no cristiana y por todo lo que representa el sistema del mundo regido por el espíritu del anticristo; no nos extrañemos por los adversarios y sus persecuciones, estas son normales en quienes escojan vivir en santidad.

La segunda advertencia es todavía más seria; tiene que ver con nuestra eternidad. Y la encontramos en Hebreos 12:14, que sentencia: “Procuren la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor”. Es nuestra responsabilidad estar en paz con todas las personas, sean amigos o no; pero no debemos olvidar ‘procurar la santidad’; es decir, esforzarnos por vivir en santidad, pues de lo contrario no veremos al Señor. Así de serio es este asunto para Dios, sin santidad es imposible que veamos al Señor en la eternidad y si nos tocara vivir en el tiempo del arrebatamiento de la iglesia, debemos saber que nadie será arrebatado al cielo por Cristo si no está viviendo en santidad.

Significa entonces que vivir en santidad no es una elección, sino una obligación ineludible, más cuando no sabemos ni la hora de morir ni el momento que el Señor vendrá por su Iglesia. Vivir en santidad nos asegura nuestra eternidad al lado de Dios, esto es algo que jamás debemos olvidar.

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Clarinada venezolana - La santidad, un estilo de vida