Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Groningen en los Países Bajos, encontró que casi dos tercios de los niños que habían deseado pertenecer al sexo opuesto cuando eran adolescentes finalmente se sintieron cómodos con su sexo biológico en la edad adulta temprana.

El análisis, publicado en la última edición de Archives of Sexual Behavior, rastreó a un grupo de 2.772 adolescentes durante 15 años y encontró que la mayoría de las personas que se sentían incómodas con su género a los 11 años de edad, habían dejado de tener esos sentimientos a los 26. 

En la adolescencia, el 11% de los participantes informaron que no estaban contentos con su género, y respondieron afirmativamente cuando se les preguntó si deseaban "ser del sexo opuesto". Pero a los 26 años de edad, sólo el 4% del mismo grupo, informó no estar contento con su género.

Una de las principales fortalezas del estudio, señalaron los autores, es que siguió al mismo grupo de adolescentes, "lo que nos permitió modelar trayectorias de desarrollo de la insatisfacción de género desde la niñez tardía hasta la edad adulta temprana".

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También expresaron que el análisis “proporciona conocimientos epidemiológicos más fiables sobre la prevalencia de la insatisfacción de género entre los adolescentes de la población holandesa general y proporciona nuevos conocimientos sobre la asociación con los problemas de salud mental".

Añadieron que “las niñas eran más propensas que los niños al “reportar insatisfacción de género a los 13 y 16 años” -según el estudio- "La mayoría de los adolescentes (78%) indicaron que nunca experimentaron ninguna insatisfacción de género”, resumieron medios internacionales.

Reacciones

Mary Rice Hasson, directora del Proyecto Persona e Identidad del Centro de Ética y Políticas Públicas, dijo a la prensa mundial que demasiados padres y consejeros están presionando a los menores para que cambien de género. 

"Un niño que experimenta descontento acerca de su cuerpo en desarrollo, o la perspectiva de madurar hasta convertirse en una mujer o un hombre, tiene una abrumadora probabilidad de superar esos sentimientos, sin intervención" -dijo Hasson- “La pubertad no es una enfermedad, es un proceso natural de crecimiento. A veces eso resulta incómodo, pero, como muestra el estudio, el malestar se disipa con el tiempo”.

“Desafortunadamente, lo que a nuestros niños no se les da hoy es tiempo: tiempo para experimentar y superar las etapas naturales (a veces dolorosas) del crecimiento puberal, junto con la seguridad de que, con el tiempo, eventualmente se sentirán cómodos consigo mismos” agregó.

Concluyó que “los médicos y consejeros de género convencen a los padres de que sus hijos están en crisis y necesitan bloqueadores de la pubertad u otras intervenciones hormonales. No es verdad. Lo que realmente necesitan es tranquilidad y tiempo para madurar”