Jesús y la Pascua: el pan de vida

Jn 6: cerca de la Pascua, Jesús alimenta una multitud de más de cinco mil personas:

10 DE SEPTIEMBRE DE 2023 · 08:00

,panes peces

A medida que vamos leyendo el evangelio de Juan, nos encontramos con que los milagros relatados en este libro de la Biblia van más allá de simplemente anécdotas de la vida de Jesús. Si Juan lo narra, va relacionado con un propósito teológico más profundo que simplemente “un milagro”.

El primer milagro, el de transformar agua en vino, indicaba claramente el propósito de Jesús de ir más allá que las normas o reglamentos rituales referente a la purificación; y el vino nuevo apuntaba a la sangre del nuevo pacto, para redención de la humanidad.

El segundo milagro relatado por Juan, el del paralítico de Bethesda, apuntaba a la verdadera libertad y el verdadero reposo que Jesús vino a darnos por gracia, en contraste con las leyes y tradiciones de la religiosidad judía.

Aquí, en el capítulo 6 (vs. 1 al 15), cerca de la Pascua, Jesús alimenta a una multitud de más de cinco mil personas:

El pasaje presenta a Jesús como el Pan de Vida. Para comprender de forma más completa lo que este evento representa teológicamente, debemos traer a nuestras mentes los significados de la fiesta de la Pascua libertadora, conmemorando la salida de Israel de Egipto.

Si usted puede, lea Éxodo caps. 11 al 13; Números cap. 9 y Deuteronomio 16. 1-8.

  • La Pascua fue una liberación de la muerte.
  • La Pascua fue una liberación de la esclavitud.

También se debe señalar la relación de la Pascua con la celebración de los panes sin levadura que los israelitas llevaron en su huida de Egipto, y la recordación de la provisión de Dios con pan del cielo en el desierto, el maná.

Aquí, en el evangelio, se presenta al verdadero Cordero de la Pascua, Jesús (que ya había sido señalado por Juan el Bautista); y el Verdadero Pan del Cielo, nuestro Señor Jesucristo.

El relato es narrativo y descriptivo. Uno casi que puede imaginase el mar, la brisa fresca, la colina, el pasto y la multitud siguiendo a Jesús.

Tenemos que tener en cuenta que la gente seguía a Jesús identificándolo como el que los iba a liberar del yugo romano.

En 6.2 se indica que este no fue el tercer milagro de Jesús, sino que “veían las señales milagrosas que hacía en los enfermos”. Juan toma únicamente los milagros relacionados con el argumento teológico que él va desarrollando; pero eso no quiere decir que no hayan ocurrido otros milagros entre medio. Sí ocurrieron, y seguramente muchos.

Recordemos que Juan va asociando las historias con las grandes fiestas judías. Lo qué sí nos debe llamar la atención que este es el único milagro que figura en los 4 evangelios, en Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Podemos notar en la escena un diálogo entre Jesús y Felipe.

Y Jesús le pregunta: - ¿Dónde vamos a comprar pan para que coma toda esta gente?

Jesús sabía que esta era una pregunta muy tonta, ya que era imposible para los discípulos conseguir dinero para comprar tanto pan. Y, además, si tuvieran el dinero ¿qué panadero podría preparar más de 5 mil panes si realizaran el pedido en ese momento? En realidad, en tiempos de Jesús cada mujer hacía el pan necesario para la familia en su casa. Tal vez en las ciudades más grandes existían panaderos y panaderías, pero allí junto al lago, eso no sería algo probable.

Bueno; Felipe posiblemente mira a la multitud, piensa un segundo y dice: “Ni con el sueldo de 8 meses de trabajo, se lograría comprar pan para toda esta gente. Y si consiguieran esa cantidad de pan, aún solo alcanzaría un pequeño pedazo para cada una de las personas” (versículo 7).

Andrés indica a un muchacho, que tenía 5 panes y dos peces, pero hace la pregunta: ¿qué es esto para tanta gente? (vs. 8 y 9).

Evidentemente el relato también señala la pobre comprensión de los discípulos referente a lo que Jesús estaba por realizar. Ellos sabían que Jesús realizaba milagros; pero no tenían la más mínima idea de lo que el Señor estaba por realizar.

El milagro ocurre sin mucha aparatosidad. No aparecen camiones llenos de pan; Jesús manda que la gente se siente, ora, da gracias al Padre por su provisión, y empieza a partir los panes, que se van multiplicando.

Todos comen, todos quedan satisfechos, y se recogen 12 canastas de panes de cebada.

Al ver la señal que Jesús había realizado, la gente comenzó a decir: “En verdad este es el Profeta, el que ha de venir al mundo”. Pero Jesús, dándose cuenta de que querían llevárselo a la fuerza y declararlo rey, se retiró de nuevo a la montaña solo. (vs. 14 y 15).

La explicación teológica del milagro Jesús la da en los versículos 25 al 40:

Cuando lo encontraron al otro lado del lago, le preguntaron: —Rabí, ¿cuándo llegaste acá? Jesús respondió con firmeza: —Les aseguro que ustedes me buscan no porque han visto señales, sino porque comieron pan hasta llenarse. Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Dios el Padre ha puesto sobre él su sello de aprobación. —¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras que Dios exige? —le preguntaron. —Esto es lo que Dios quiere que hagan: que crean en aquel a quien él envió —respondió Jesús. —¿Y qué señal milagrosa harás para que la veamos y te creamos? ¿Qué puedes hacer? —insistieron ellos—.  Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”. —Les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo —afirmó Jesús—. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre. El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo. —Señor —le pidieron—, danos siempre ese pan. —Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed. Pero como ya les dije, a pesar de que ustedes me han visto, no creen. Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y el que a mí viene no lo rechazo. Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió. Y esta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final. Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que ve al Hijo y crea en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final”.

Podríamos hablar bastante sobre el tema del pan y su relación con el alimento físico y con el alimento espiritual.

También se podría realizar un debate aquí sobre la naturaleza del pan de la cena del Señor, y sus implicancias para las personas del Siglo 21.

Pero prefiero simplemente señalar unas pocas cuestiones, comunicacionales.

Aquí Jesús nos lleva a pensar más allá del simple pan, compuesto de harina, sal y otros ingredientes.

Evidentemente Jesús va más allá. Y es notable que estas personas toman este diálogo con un enfoque legalista: “—¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras que Dios exige? —le preguntaron”. 

Estos milagros tenían el fin de presentar ante las personas la gran verdad de la justificación por la fe en Jesucristo.

La gente pensaba que podían hacer alguna cosa para tener como recompensa el pan.

Jesús explica que los Israelitas comieron el pan del cielo, por gracia; no por obras propias ni por obras que Moisés haya realizado. Y aquí creo que se va notando el verdadero significado de este milagro:

  • Recibimos el pan del cielo gratuitamente al acudir a Jesús.
  • Jesús es el pan del cielo, que lo recibimos sin dar ningún dinero, sin realizar ningún esfuerzo, no por obras – para que nadie se gloríe.
  • Con Jesús, no necesitamos trabajar para obtener la vida eterna.
  • Jesús, es el alimento del cielo para poder subsistir sin tener nunca hambre (ver Isaías 55. 1, 2).
  • Las señales funcionan como tales no para los espectadores, sino para los creyentes. Jesús no ofreció espectáculos para espectadores, sino señales para creyentes, para animar a los que daban la vida al servicio de Dios en amor.
  • Para conseguir “siempre ese pan”, los oyentes tendrían que admitir y superar su falta de fe y entregarse a Jesús: “El que a mi viene no le hecho fuera”.

Solo para pensar (aquí le recomiendo leer a Slade, de las páginas 142 a 162); y de él menciono literalmente: El uso simbólico o metafórico del alimento no podía ser tan raro para los oyentes de Jesús. Dodd menciona que los rabinos solían hablar de la ley en términos de pan. Para ellos la tora era el pan de Dios para sostener al ser humano. Entonces, lo que Jesús dijo no andaba muy lejos de ciertas tradiciones de enseñanza judía. Sin embargo, al identificarse a sí mismo como el pan de Dios, Jesús aquí sigue en el patrón que hemos visto en Juan: toma el lugar de los elementos de la fe de Israel. Como dice Dodd: deberíamos reconocer en este pasaje otra ejemplificación de la máxima: La ley por medio de Moisés, la gracia y la verdad por medio de Jesucristo. (pág. 157)

Es muy bueno poder llegar a entender este capítulo del evangelio, en el contexto de la enseñanza de Pablo y de Lutero referente a la justificación por la fe.

Nuestra mente debe ser limpiada y librada por el Espíritu de Cristo de cualquier vestigio de salvación por los méritos, o de salvación por las obras, o por la obediencia a la ley, o de cualquier otra idea o ideología que está queriendo alejarnos de Jesús, el Pan del Cielo, dado por amor y por gracia de Dios, a todo aquel que pone su confianza en Jesús.

Y aquí diré algo referente a la comunicación en los púlpitos evangélicos:

Lastimosamente sigo notando que, en muchos templos, se predica hoy en día que algún tipo de cosa tenemos que hacer para que Dios con una sonrisa en sus ojos, abra sus brazos y derrame toneladas de pan sobre sus hijos maravillosos, que tan bien se portan (y no solo ocurre en la iglesia adventista ni en la universal del reino de Dios).

Pero esto no es así.

Lo único que podemos lograr con nuestras obras y trabajo es el pan que perece. Nunca Dios nos dará una sola migaja de pan del cielo, si nosotros pretendemos ofrecer alguna cosa a cambio.

Me gustaría que el Espíritu Santo transforme mi lenguaje rudimentario. Yo (Wolfgang), puedo decir un montón de cosas referente a las predicaciones legalistas de hoy en día. Pero no puedo por mi mismo transformar mi vocabulario, ni mi predicación, ni la de ninguna iglesia.

Y usted tampoco puede modificar el lenguaje de su comunicación. Tal vez podemos modificar las palabras, pero no el mensaje.

1 Corintios 13, nos dice claramente que el lenguaje de la gracia, es el lenguaje del amor. Únicamente el Espíritu de Cristo puede transformar nuestra comunicación con el lenguaje del amor, con el mensaje de Jesús… cuando acudimos a él por fe.

Esto ocurre únicamente cuando somos agentes que simplemente recogen el pan que sobró; y no pretendiendo ser “los panaderos de Moisés”

Hasta aquí hoy. Bendiciones y ¡hasta la próxima!

Publicado en: EVANGÉLICO DIGITAL - Pytheos - Jesús y la Pascua: el pan de vida